miércoles, 29 de noviembre de 2017

Marichuy Patricio, la vocera del mundo indio



La indígena nahua de Tuxpan, sur de Jalisco, se ha presentado en un salón lleno en la FIL, y ha contestado preguntas de José Woldenberg, el arquitecto original de la cuestionada democracia mexicana.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.

Marichuy Patricio quiere encarnar la crítica a la crítica, y así lo asume. Representante de los movimientos indígenas que desde hace 25 años reclaman un lugar en la mesa del desarrollo en México, país multicultural como ninguno en América, la nahua del sur de Jalisco advierte que buena parte de ese mundo de “pueblos originarios” no es Jauja: la mujer es víctima de un “sistema machista y matriarcal” que también debe ser reformado.

Una candidata diferente, que emerge entre descalificaciones y dudas de parte del variopinto sistema de partidos mexicano: los lópezobradoristas han decidido que es un “distractor” y ha sido pensada por la “mafia del poder” para restar votos al carismático tabasqueño que lucha por tercera ocasión para alcanzar la presidencia de la república; los oficialistas, y en general la derecha, señalan que se trata de una candidatura “testimonial” con menos posibilidades que el panismo histórico de la época de la “presidencia imperial” (1940-1994): una verdadera “brega de eternidades”.

La tuxpense, oriunda de uno de los poblados indígenas más representativos de Jalisco, al pie del Nevado de Colima y del humeante volcán de Fuego, no es ingenua: sabe que entra a terrenos desconocidos por indígenas usualmente marginados, pero quizás tenga presente que un par de aborígenes oaxaqueños del siglo XIX –si bien, abandonando los usos y costumbres y asumiendo el liberalismo como doctrina política y de desarrollo- sentaron las bases de México entre la guerra de la Reforma y la Revolución de 1910: el zapoteca Benito Juárez, el mestizo-mixteco Porfirio Díaz Mori.

Desde una idea política totalmente distinta, reacia a la integración y favorable a asumir la diferencia y la diversidad como una verdadera riqueza, la emisaria de ese mundo históricamente marginal toca las puertas de la deteriorada democracia mexicana. Hoy ha tenido una presentación casi estelar, en medio de la Feria Internacional del Libro, al lado de uno de los padres del sistema político vigente: José Woldenberg. El académico no busca opacar a la dueña de la fiesta. Es un programa de televisión de la UdeG en que se limita a ser el apuntador para que Marichuy se explaye.

La descripción no es sorprendente: el país de las mineras, del narcotráfico, de los gobiernos corruptos, de la contaminación industrial, que condiciona la existencia de las comunidades de la fiesta y el colorido para el consumo del turismo multiculturalista. En todos los sitios, la aspirante presidencial ha tomado nota de las preocupaciones por el abandono, la precariedad de servicios básicos, las violaciones a la legalidad, la violencia, los despojos y los asesinatos que inundan buena parte del México indio. “No buscamos el poder, sino ser escuchados”. No lo dice con esas palabras, pero recupera una vieja fórmula de la crítica al viejo sistema priista: el gobierno debe – eco involuntario de Manuel Gómez Morín-, mandar “obedeciendo”.

La sala del hotel Hilton está abarrotada. La gente debe escuchar en silencio, porque es una grabación en vivo. En primera línea se encuentra la premio Cervantes mexicana, Elena Poniatowska. Sus añejos enfrentamientos con Woldenberg (aparentemente olvidados por el cortés saludo que se dieron horas antes) pasan a segundo plano: la afamada entrevistadora lo ignora cuando sube al proscenio para saludar a la abanderada indígena, no obstante su lopezobradorismo ostensible, como para tratar de enterrar la polémica de “panzonas inmensas” (o “mensas”, según la interesada versión que se prefiera) que endilgó a unas aborígenes juchitecas hace apenas unas semanas.

Es la marcha al mundo ilustrado de los libros de María de Jesús Patricio Martínez, la precandidata indígena, la que pide justicia para los “pueblos originarios” de las no tan Nueva España o Nueva Galicia, pero también la que critica y pugna por la reforma de “usos y costumbres” desde los valores –quién puede ignorar- de la revolución francesa, esa asonada “burguesa” y liberal que invocó los principios universales por encima de los particularismos de raza o cultura.

MARICHUY RECOLECTA FIRMAS EN LA FIL

La representante del Consejo Nacional Indígena del EZLN, María de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy, formó parte de una mesa de diálogo donde habló sobre las propuestas de su pre candidatura a la presidencia de la República.

Mientras tanto, gente de su equipo de trabajo recolectaba firmas de los asistentes a la FIL a las afueras de la expo Guadalajara, con el fin de que Marichuy logre su candidatura y pueda generar un cambio.

“Nuestra intención es que sea una república gobernada por el pueblo, que nosotros seamos los que digamos lo que se tiene que hacer y se necesita. Siempre hablan de las cosas bonitas de los pueblos indígenas, las fiestas, la comida, pero nadie se detiene a ver los problemas que hay; por ejemplo el caso de las aguas. Ahorita hay muchos casos de cáncer en mi comunidad”, detalló.

Con enormes pancartas y celular en mano para hacer el registro, los recolectores informaban a la gente la importancia de su firma y de cómo esta podría ayudar a la candidata independiente a aspirar de manera oficial a la presidencia del País.

Con información de Daniela Rodríguez

GPE

1 comentario:

restaurantes en Querétaro dijo...

Trabajo en servicio de gas natural y Marichuy Patricio representa la lucha por la dignidad y los derechos de los pueblos indígenas en México. Su trabajo como vocera del CIG y su candidatura presidencial han puesto en el centro del debate la importancia de la participación indígena en la política y la necesidad de abordar los desafíos que enfrentan estas comunidades en el contexto del cambio climático y la explotación de recursos. Su legado inspira a nuevas generaciones a seguir luchando por la justicia social y la defensa del medio ambiente.