El personaje principal de la Judea en Vivo de San Martín de las Flores es un joven rubicundo que se gana la vida de trovador bohemio
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
El día de hoy, Jesucristo llega a la cita más importante de su destino, al menos en lo relativo al año 2016: el juicio del sanedrín, la entrevista con el procurador, la condena en la cruz. Al caer la noche, bajará del cerro entre el polvo de la multitud y las lágrimas de sus seguidores; se bañará y luego resucitará, porque debe estar listo para la cuereada del sábado. El lunes, como le sucede a muchos millones de mexicanos, regresará al trabajo.
Todo en la provinciana y populosa plaza de San Martín de las Flores, una vieja república de indios de Tlaquepaque que quedó atrapada entre fraccionamientos populares, sórdidos botaneros y malls pretenciosos, brechas polvosas de urbanizaciones defectuosas y carreteras llenas de baches. Son jornadas especiales para decenas de miles de católicos, en su mayoría pobres, que como hace 222 años, reciben en tres días una apretada representación de historia sagrada, envuelta entre vestuarios baratos, decorados lustrosos y actores voluntariosos; la escena se rodea de gradas de hierro y madera, de un Zapata charro de bronce, de una extraña exposición de pinturas donde San Martín es una aldea imaginaria con campesinos, caballos, juegos artificiales, ganado y arroyos prístinos; de las máscaras grotescas de don Juan Esquivel Parra, violinista que interpretaba danzas de la conquista y murió en 2008; de fotos desenfocadas de otras judeas, apenas algunas desde que se instauró la tradición en la agonía del siglo XVIII borbónico.
Este Jesucristo se llama Martín Iván Alejo Guareño. Si el personaje central del drama bíblico se reunía con prostitutas y cobradores de impuestos, este departió la semana pasada entre bohemios de dudosa reputación mientras entonaba canciones de Roberto Carlos o José José, pues el hijo de un talabartero de Tlaquepaque se gana la vida como trovador moderno y va a donde lo contraten. Tiene 33 años, y tal vez pronto se case. Rara avis en medio de una juventud a la que policías y abuelas tildan de "descarriada", siente que asumir la actuación del ungido es un literal llamado de Dios. Y no lo dice por demagogia: el hombre de casi 1.80 de estatura, complexión regular, tez blanca y ojos verdes, tiene diez años desempeñando el papel del hijo de José y María, si bien antes se desenvolvía en un modesto via crucis de Santa Cruz de las Huertas. Pero además, dedica parte de sus ocios a la oración, un grupo denominado Taizé (nombre de un poblado francés donde se generó una comunidad cristiana ecuménica en 1940).
"Yo tomo mi papel muy en serio, son licenciado en artes plásticas, orientado a la pintura y el dibujo, yo represento a Jesucristo con las misión de evangelizar a las personas, ese es mi propósito, mi intención, y lo voy a seguir haciendo [...] la primera vez, hace diez años, fue por una manda que yo debía a mi madre que esté en el cielo, se la dedique y no he parado; a la Judea de San Martín llegué al ganar una convocatoria, pero yo pienso que eso lo decidió Dios".
- Hablas de evangelizar, ¿no es una tarea muy difícil en esta época?
- Es complicado ahora que la sociedad está tan necesitada de ese mensaje, que es entender por qué murió y resucitó Cristo; vivimos en una sociedad que está fracturada por la violencia y creo que esta semana nos da una pausa para reflexionar en los días santos. A lo mejor no influyo mucho, pero yo voy a poner mi granito de arena, si estoy en esto es por alguna razón...
- Además de la violencia, está la división de los barrios entre distintas confesiones cristianas...
- Yo respeto cada una de las religiones, y soy católico; el mensaje es claro: dar amor, y se acabó [...] es lo que hay que ejercer.
- Jesucristo murió a los 33, tu edad, pero nació en un pesebre, ¿ tú en qué naciste?
- Yo nací entre cueros porque mi papa era talabartero; toda mi familia se dedica a al talabatería [...] tengo tíos abuelos que fueron reconocidos artesanos en Tlaquepaque, creo que de ahí me viene la vocación.
Un Cristo rubicundo entre aborígenes de piel cobriza y apiñonados mestizos. ¿Crees que te escogieron por tus rasgos caucásicos? "Yo creo que se fijó en mi Dios [...] mi fenotipo me ayudó un poco, pero más contó el tiempo que yo llevaba a representando a Jesucristo, buscaban a alguien con experiencia
Este Cristo pronto se podría casar, para escándalo de los puristas. "Tengo a mi novia, una novia hermosa porque tiene cimientos de moral, y estamos en pláticas para ver si el siguiente año llegamos al matrimonio". Pero ya apura la plática porque comienza la representación, al caer la tarde. Primero habrá que morir y resucitar por todos los hombres "para remisión de sus pecados".
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