viernes, 21 de agosto de 2015
Hotelito desconocido, 20 años de mala suerte
Uno de los proyectos turísticos más exitosos en toda la costa de Jalisco, da vida a una comunidad siempre amenazada por la pobreza.
Agustín del Castillo / La Cruz de Loreto, Tomatlán. MILENIO JALISCO.
Con el Hotelito Desconocido hoy se da la paradoja de que su pretenciosa modestia de origen –a decir verdad, los casi mil dólares por hospedaje como cobro mínimo lo harían imposible de desconocer para casi todo los mortales- ha sido derrumbada por una reputación repentina, abrupta y escandalosa, ¿qué hay de más famoso y vulgarmente reconocible en estos días de auge incontestado de nota roja que un hotel lujoso, desnudado como patrimonio de narcos?
Y sin embargo, la vida no parece haberse alterado en este sosegado y caluroso confín del municipio de Tomatlán, una vasta y anfibia finca sembrada con palmeras exóticas, techos de palma casi aldeas de Nueva Guinea y palafitos casi Edad de Piedra; cruzada por un estero mórbidamente quieto, que aloja crustáceos y cocodrilos, y acompasada, como música de fondo, por un mar tumultuoso, azul entre añil y turquesa, y plúmbeamente solar, victoriosa combinación de espumas, arenas pálidas y la invencible luz de más allá de la esfera terrestre.
Una longeva, extendida y majestuosa parota domina el puesto de entrada donde José Luis, un nativo de Melaque que tiene un año de labores en el sitio, narra soto voce, sin arrugarse su brillosa camiseta blanca de guardián del orden interno, los acontecimientos del día anterior. “Yo no trabajé, pero vi pasar en la Cruz de Loreto tres camionetas del gobierno; me dicen los compañeros que llegaron a las cinco de la tarde y se fueron a las ocho de la noche. Hoy todos estamos trabajando y no hay nadie de la PGR o de alguna policía”.
Es tan fuerte la mística de la marca, o tan grande el hambre y la necesidad de una ocupación que la apacigüe, que los nativos de La Cruz, que forman mayoría entre quienes se emplean en el predio turístico, se convierten en diligentes y silenciosos servidores de sus patrones, y se olvidan de los chismes del rancho y de las posturas y expresiones “impropias” que caracterizan su origen campesino y de migrantes pobres, equipaje cultural con la que llegaron a la zona sus padres y abuelos medio siglo, seis o siete décadas atrás.
“Nos enteramos por las noticias; el grupo de personas que trabaja en el programa de conservación de la tortuga me dijo que les habían avisado que no llegaran ayer, que había operativo”, refiere Pedro Donaldo Mendoza, un ejidatario de El Portezuelo, comunidad vecina de la misma delegación.
No obstante, la confiscación de la finca por el gobierno federal –de la que no hay aparentes huellas físicas, pero es la comidilla en las redes sociales- por ser presunta propiedad de cabecillas del a últimas fechas temible y retador Cártel Jalisco Nueva Generación, llegó en un momento de baja actividad. El Hotelito Desconocido cierra actividades durante la mitad del año, entre mayo y octubre, y sólo da empleo a unos 20, entre guardias, carpinteros, artesanos y empleados de limpia. Los tiempos de arribazón de turistas –como las tortugas marinas del vecino playón de Mismaloya- son el benigno otoño, cuando bajan las temperaturas en el extremoso pero opulento norte del planeta. Y esos huéspedes pasan días o semanas conquistando una utopía personal en un medio dotado de todos los lujos que es capaz de apreciar el hombre blanco, pero antes de Edison, Tesla, Marconi y google; lo más Conrad o Hemingway que se pueda, pero sin espantar al vecindario ni ahogar niños, que es de mal gusto en pleno siglo XXI.
La alta actividad genera 75 empleos directos. “Los fines de semana, los puestos de tacos de La Cruz están llenos, y aunque no están bien pagados, son empleos para un lugar con tantas carencias”, comenta Carlos Ramírez, presidente de la Cooperativa Pesquera La Cruz de Loreto. 3,600 pesos quincenales, por parejo, asegura José Luis. Hay otras opciones: Cruzeto, una plantación agrícola; hoteles más pequeños, incipientes, preocupados porque la nueva reputación le vaya a pegar, negativamente, a la zona; jornales inestables en el campo de Tomatlán, o la migración a Estados Unidos.
Hotelito Desconocido no tuvo, antes de la PGR, un “día de campo”, en los 20 años de su permanencia en este litoral. Creado por el italiano Marcello Murzilli en los años 90, fue clausurado y obligado a replantear por cambiar uso de suelo sin permiso federal; luego fue traspasado a una empresa mexicana que contrató a otro peninsular, Giuliano Gasparotto, quien tuvo una pésima relación con los pescadores. En el contexto de su gestión se dio la desaparición de tres de ellos: José de Jesús Romero Quintero, Jorge Ruiz López y Rafael Espinoza Díaz, integrantes del consejo de administración. No han regresado en cuatro años, pero el italiano también se fue tras sufrir un accidente grave que le hizo perder un ojo.
Tras su salida, mejoró la relación con los concesionarios de pesca y comenzó una paz menos tensa. Hace seis meses, presuntos agentes de la empresa ofrecían a empresarios modestos del área la entrega de toda la finca. Otro signo de abandono fue la nula participación de Hotelito Desconocido en el rescate de la tortuga marina, una de sus actividades insignia. Y hace dos días, en que agentes federales tomaron el predio por tres horas, respaldados en señalamientos del Departamento del Tesoro de los EU, de que son bienes de narcos.
¿Termina la exitosa venta de sueños? Los campesinos de la zona esperan que no, temerosos de que regrese la pesadilla de la pobreza.
El Hotelito Desconocido nació con aval del gobierno de Jalisco a partir de 1995, en el marco del relanzamiento de Costalegre
En su arranque omitió el cumplimiento de leyes ambientales, por lo que sufrió clausura y debió mitigar impactos ambientales
También entró en fuerte desgaste con los pescadores de La Cruz de Loreto debido a conflictos sobre el uso del agua y las concesiones pesqueras
Nunca se le había vinculado a actividades ilegales, como acaba de hacer PGR
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