Hay contaminantes distintos a las PM2.5 que completan el coctel respirable que degrada la calidad de vida de los tapatíos, destaca Mario Silva.
Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.
Los costos a la salud que pagan los ciudadanos de la Zona Metropolitana de Guadalajara por los contaminantes emitidos por los autos requieren de estudios más amplios, porque no solamente son las partículas suspendidas menores a dos micras; hay prevalencia de ozono (O3) y partículas menores a diez micras, entre muchos componentes más, que deberían estudiarse con detenimiento, apunta Mario Silva Rodríguez, integrante del Colectivo Ecologista de Jalisco (CEJ).
“Los costos económicos y ambientales de los autos en la ciudad están empezando a ser más visibles, a partir de los conflictos en materia de salud, desarrollo urbano y competitividad; hay distintas externalidades, desde las tasas de distintos accidentes, hasta la alta inversión que se necesita para construir una infraestructura vehicular”, puso en relieve.
El de la salud, tal vez por ser un fenómeno progresivo y crónico –aunque hay crisis agudas- ,”es uno de los temas que más pasan desapercibidos, pero que en los últimos cinco años ha tomado mayor relevancia por los efectos de la mala calidad del aire producto de una alta tasa de motorización”; sin embargo, “es difícil establecer o cuantificar el monto de estos efectos o de estos daños; pueden ser medidos a partir de los días de hospitalización, pueden ser vistos a través de la incidencia de ciertas enfermedades como el asma o las infecciones respiratorias agudas”, indicó.
“En el caso concreto de Guadalajara, han sido el ozono y las partículas menores a diez micras, o partículas suspendidas, las que han generado mayor preocupación, llegando a tener incluso en ciertos años fuera de norma con niveles de contaminación mayores a la Ciudad de México; el ozono es unos de los contaminantes que preocupa por sus efectos, sobre todo en la piel y en los tejidos; las partículas suspendidas pueden ser responsables de ciertos problemas que van directamente sobre el sistema circulatorio, entonces creo que necesitamos evaluar justamente los daños por contaminantes, medirlos con más precisión, para diseñar medidas y políticas, no solamente de salud, sino de desarrollo urbano y de movilidad, que estén articuladas para poder responder de una manera integral a este problema”.
Esto pasa por temas como áreas verdes, opciones de movilidad no motorizada y mejoramiento de transporte público, así como la compactación de la urbe, acosada actualmente por un gigantismo que obliga a muchos de sus habitantes a largos desplazamientos y en consecuencia, largas exposiciones a la respiración de contaminantes.
La Semarnat [Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales] reconoce 11,200 millones de dólares como costo de la contaminación ambiental en México, “por costos directos o indirectos”; se trata de una herramienta de la economía ambiental donde datos como la hospitalización, los medicamentos en las instituciones de salud pública, la pérdida de competitividad, el ausentismo laboral o escolar por enfermedades respiratorias, generan una cuantificación. A ese esquema a nivel metropolitano se debe aspirar, destacó.
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Enfermedades
Vivir en entornos contaminados puede contribuir hasta en 70 por ciento en el surgimiento de enfermedades crónico-degenerativas e incide en los padecimientos entre los grupos más vulnerables de la población: niños, adultos mayores y mujeres embarazadas
Los factores concretos son respirar aire sucio, tomar agua contaminada en términos químicos, convivir con los residuos en entornos con alta erosión en la urbe y la escasez de arbolado, cuestiones que pueden agravar situaciones de salud que ya existen
También hay registros graves de contaminación acústica: la norma oficial mexicana en la materia habla de 70 decibeles en espacios abiertos, pero hay puntos de la metrópoli, en zonas turísticas, donde se llega a más de 86 decibeles al día
Un factor crítico es el acceso a los servicios de salud, con la pérdida de solidez en las instituciones hospitalarias del sector público, y el incremento de padecimientos relacionados con la contaminación
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