domingo, 17 de abril de 2011

Viaje por el sureste mexicano, la tierra de los baches



Breve crónica de un periplo carretero de 2,200 kilómetros sobre caminos de peaje. Las carreteras de cuota del país son variables en la calidad de sus servicios, cobran aranceles elevados, y no ofrecen la seguridad que demanda un viajero y que exigiría el pago de dinero por transitarlas


Jalisco-Quintana Roo. Agustín del Castillo, enviado. PÚBLICO-MILENIO. Fotografías de Marco A. Vargas: arriba, puente sobre el río Coatzacoalcos; en medio, autopista de Los Altos; abajo, carretera costera de la Riviera Maya

De Guadalajara, Cancún está tan lejos como Tijuana, sólo que en sentido contrario. Una ventaja para nada menor: un viaje por carreteras de cuota al sureste, en este México convulso, arroja una considerablemente remota posibilidad de tropezarse sobre la ruta con las actividades del crimen organizado, que tienen sumida en el caos la vida en el amplio norte del país.

No habrá en el trayecto, pues, retenes fantasmas, secuestros improvisados u homicidios impensados. En cambio, se topa el viajero con las carreteras de peaje llenas de baches y los daños consecuentes en la suspensión de los autos, la constante inseguridad de ir al lado de decenas de transportes de carga a toda hora, los amplios tramos donde se repara la carpeta asfáltica y es necesario ir a vuelta de rueda, los malos señalamientos, y como compensación, la sorpresa de un paisaje cambiante, desde las ruidosas y urbanizadas mesetas del centro de México, coronadas por volcanes silenciosos y una luna colosal en cuarto menguante, hasta los parajes tropicales que “subvirtieron” (Ramón López Velarde dixit) el petróleo y la ganadería, entre Veracruz, Tabasco y Campeche.

Serán 2,171 kilómetros que exigirán más de tres mil pesos de pago: 2,014 pesos de casetas más 1,200 pesos de gasolina magna en un automóvil compacto de cuatro cilindros, y la escala de dos noches para dispersar las poco más de 22 horas que demandaría cubrir ese camino sin detenerse.

Este es un breve relato de ida y vuelta.

De Guadalajara a Orizaba
Salida de Guadalajara, 23 de marzo a las 19.00 horas. Los Altos de Jalisco y El Bajío guanajuatense delatan las prósperas agroindustrias avícola, porcícola y bovina con los humores malolientes que invaden el aire. Estas autopistas son de calidad aceptable. Predominan las cuotas por arriba de 100 pesos hasta llegar a León, en que se comienza a recorrer un amplio tramo sin peaje que conduce a las autopistas de Querétaro, en la zona más transitada por transporte pesado del país.



Además de la majestuosa luna que parece más cerca que nunca de la tierra (¿será por eso que México significa “en el lugar del ombligo de la luna”, como dijo Gutierre Tibón?), las carreteras son anchas, y hay tramos hasta de ocho carriles; las obras evidencian que se están instalando pavimentos de concreto hidráulico, seis tantos más costosos que el asfalto, pero más adecuados para recibir vehículos de carga como los que esta noche dominan el tránsito previo a la Ciudad de México.

Delante de San Juan del Río, la gran opción es utilizar el llamado Arco Norte, una autopista de reciente construcción que con 160 kilómetros de longitud permitirá librar la capital del país en menos de hora y media, por módicos 265 pesos –debe ser la caseta más cara del país- y bajar al valle de Puebla, lo que ocurre alrededor de las 2.00 am.

El tránsito entre la capital poblana y su larga planicie transcurre llena de pequeños accidentes, entre señalamientos insuficientes de obras y la pereza invasiva de las enormes góndolas que encadenan los trailers y que ocupan los carriles de rebase sin que un policía federal se asome a meter orden.

Luego viene la bajada hacia Orizaba, en las cumbres de Maltrata, a un costado de la mayor montaña del país, el Cerro de la Estrella (Citlaltépetl) -que duerme cobijado entre tinieblas-; están los formidables túneles de la montaña, y luego la espectacular vista del cañón: una miríada de luces adornan los cerros y da la impresión de un inmenso anfiteatro poblado de seres fantásticos, luminosos, que se desploma gradualmente hacia el trópico veracruzano. Orizaba, ciudad prematuramente industrial en el corazón de este reino conquistado por el hombre, dará hospedaje a los viajeros alrededor de las 5.00 am.

De Orizaba a Ciudad del Carmen
24 de marzo. 13.00 horas, salida de Orizaba hacia el este, con dirección a Veracruz. En el entronque de La Tinaja se dobla a la derecha en dirección sureste, para seguir por más de 200 kilómetros paralelos a la costa del Golfo de México.

El viajero constata que la ruta por autopista hacia el sur está casi totalmente abierta… quince años atrás, eran necesarios amplios pasos por carreteras libres y hasta ocho horas de viaje continuo más para llegar a Cancún. No obstante, muchos tramos de autopista no parecen recibir mantenimiento constante, y como el conductor asume lo contrario, la caída en baches y pozos es más frecuente y ruidosa que en el altiplano. “No están tan mal”, contesta con cinismo el cobrador de peaje en la caseta de Acayucan, Veracruz, cuando se le reclama por qué se cobra tanto por tan poca calidad. “Viene lo peor”, añade cauto, buscando la complicidad de los quejosos, y señala hacia el extenso oriente con los grandes puentes colgantes que libran el anchuroso río Coatzacoalcos.

Estos triunfos de la ingeniería para atravesar ríos que parecen mares –en el Occidente mexicano no hay algo parecido- sólo hacen olvidar por unos instantes la carretera costosa y tortuosa, que entre Minatitlán y Coatzacoalcos tiene alguno de sus peores espacios. Al entroncarse la autopista que viene de Tuxtla Gutiérrez, en Choapas, mejora el estado de los pavimentos. Sigue entonces la ruta hacia Cárdenas y Villahermosa, donde el espectáculo son inmensos pastizales que ocupan el lugar de una antigua selva húmeda desmontada por lo delirios desarrollistas, y una que otra referencia de las colosales cabezas Olmecas, cultura indígena que colonizó hace casi cuatro mil años esta feracidad.

El viajero de paso sólo sufre al atravesar Villahermosa, que vuelve a emerger tras años de desastres, sin libramientos carreteros, y luego se dirige hacia Frontera, al norte de la entidad y de los Pantanos de Centla, que junto con la Laguna de Términos, forman el espacio de manglares más grande del país.

Las nueve de la noche sorprenden atravesando la delgada franja terrestre entre el golfo y ese embalse salino, en Ciudad del Carmen, sobre una carretera lamentable donde además, se matan decenas de animales silvestres por día, pues no hay pasos de fauna. La ciudad petrolera, con su dejo de prosperidad de nuevo rico, dará albergue a los visitantes al final de esta jornada.

De Ciudad del Carmen a Cancún
La mañana regala paisajes sorprendentes de Campeche junto al mar: playas de arena blanca, aguas turquesas, torres petroleras extrayendo la savia que mueve la economía mundial. Champotón con sus ecos de la conquista de hace casi cinco siglos, y la capital, la ciudad amurallada y sonriente que algo tiene de Veracruz y algo de Cartagena de Indias, son las siguientes estaciones. La planicie cada vez más árida conduce a la blanca Mérida, zona turística internacional que tiene de nuevo autopistas cuidadas… y de alto peaje.

Valladolid y Chichen Itzá son preámbulos para la segunda caseta más costosa del viaje: Xcan, de ¡233 pesos! El cobrador, tal vez harto de recibir el mismo reclamo, contesta con un casi indiferente, “no sé”, cuando se le inquiere sobre qué maravilla tiene esa rúa, que le cuesta tanto a los usuarios.



A pocos kilómetros están Cancún y sus historias frente al tibio mar Caribe, la Riviera Maya, Chetumal; y tras casi dos semanas, la ruta de regreso comenzará en el extremo suroeste de la península, en Escárcega, Campeche. Arrancando a las 10.00 am de un viernes 1 de abril, con escalas en las ruinas mayas de Palenque, Chiapas; en una solitaria gasolinera de Ciudad Mendoza, Veracruz, a la entrada del altiplano, y en la caseta de Jalostotitlán, en Jalisco, en busca de combustible.

Otro viaje lleno de trailers, torton y rabones; de baches y carriles reducidos; de un ascenso muy peligroso por Maltrata debido al mal estado de los asfaltos; de una multa de la Policía Federal en el Arco Norte, porque se descompusieron la luces traseras. Otra vez el cambio de paisaje, del trópico solar al cielo estrellado, sin olvidar las siniestras llamaradas de las torres de las refinerías petroleras en la noche de Tulancingo y de Salamanca, homenajes involuntarios a esta civilización. Serán otros 3,200 pesos, con aventura garantizada.

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Ruta Guadalajara-Cancún

CUOTAS

Caseta Zapotlanejo, 44 pesos

Tepatitlán, 100 pesos

Jalostotiltán, 118 pesos

León, 100 pesos

Salamanca, 61 pesos

Querétaro, 61 pesos

Palmillas, 63 pesos

Arco Norte Ciudad de México, 265 pesos

Entronque Puebla, 30 pesos

Amozoc, 49 pesos

Esperanza, 101 pesos

Fortín de las Flores, 23 pesos

Cuitláhuac, 81 pesos

Coamaloapan, 157 pesos

Acayucan, 146 pesos

Puente Dovalí, 14 pesos

Sánchez Magallanes, 56 pesos

El Zacatal, 65 pesos

Puente La Unidad, 56 pesos

Seybaplaya, 56 pesos

Pisté, 135 pesos

Xcan, 233 pesos

Total: 2,014 pesos

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Capufe admite problemas

Con aproximadamente nueve centavos de dólar por kilómetro recorrido, las carreteras de cuota que administra Caminos y Puentes Federales (Capufe) no tienen un nivel de cobro escandaloso, aunque hay de todo según se detenga el análisis en alguna de las 45 rutas a su cargo, señala el titular del organismo Federal, José Guadalupe Tarcisio Rodríguez Martínez.

El funcionario de origen jalisciense explica, vía telefónica, que el Capufe, si bien, es responsable de 54 por ciento de las carreteras de cobro del país, esto es, 4,200 kilómetros, en su mayor parte (39 tramos) está contratado por Banobras para operar las rutas, y no tiene directa ingerencia en el establecimiento de los peajes (que dependen de la Secretaría de Hacienda) ni en la relación que tienen con el mantenimiento.

Admite que algunos tramos que opera el organismo están en muy mal estado. Y en materia de la ruta Guadalajara-Cancún, explica que las carreteras del estado de Veracruz, especialmente, tienen aún problemas de calidad debido a los desastres meteorológicos que se vivieron en la zona durante el pasado temporal.

Rodríguez Martínez destaca que se busca mejorar la calidad física de muchas de las carreteras que corresponden a la administración directa del Capufe. En Jalisco son solamente la ruta Guadalajara-Tepic y la que conecta a Colima con la capital del estado.

1 comentario:

Renta de Autos dijo...

Es una lástima que el viaje en auto sea tan complicado. Aunque ahorres dinero en boletos de avión, tal vez vale más la pena comprar los boletos de avion y hacer renta de carros en Cancún para trasladarse en el destino.

Al final, si el camino esta tan feo, el coche se puede lastimar. Esto arruinaría las vacaciones.