Mentira”, que la idea original “se respeta”, señala Fernando González Gortázar; anuncia que no sigue en el proyecto
Guadalajara, Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Guadalajara, Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Fernando González Gortázar, uno de los arquitectos tapatíos más emblemáticos, no comprende la insistencia oficial en “la mentira” sobre el proyecto de la Villa Panamericana. “Me desconcierta, es claro que los proyectos que presentamos los arquitectos y que nos fueron aprobados, no se van a hacer”.
En entrevista con Público, advierte: “Dejemos de buscar eufemismos para disfrazar la realidad: que nadie diga que los proyectos preexistentes serán utilizados, porque esto no es ni cierto ni posible —la expresión ‘borrón y cuenta nueva’ es del arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina, el socio desarrollador—, y afirmarlo sólo incrementa la confusión. Arreglemos la injusticia que están viviendo muchos proyectistas —pagos atrasados e indemnizaciones— para cerrar bien la hermosa iniciativa que no pudo lograrse, y que los que quieran y puedan se integren al nuevo equipo, y den a Guadalajara lo óptimo posible”.
Autor de La Gran Puerta y de la Fuente de la Hermana Agua, entre diversas obras que ha diseminado por esta ciudad, el artista señala que en lo personal, abandona el trabajo en la nueva Villa, decisión que ha tomado después de charlar con el propio titular de Bosco Construcciones, el pasado 23 de mayo, en la ciudad de México.
En entrevista telefónica, González Gortázar recuerda las ambiciones originales de “relanzar” el centro de la ciudad con la Villa Panamericana como eje rector: “Yo aplaudí la propuesta. Aplaudí la entereza de no irse por los caminos fáciles, sino por los óptimos, pese a los riesgos que entrañaban […] yo no sé qué tan certeros fueron los estudios financieros que daban sustento a aquel proyecto. Lo obvio, es que la situación económica actual es totalmente distinta de aquella”.
Hoy, abunda, “estoy enterado de que las dos propuestas finalistas en la licitación hecha para encontrar inversionistas-constructores (la de Bosco Arquitectos y la de una filial de ICA), ambas, desechaban el proyecto del conjunto que les entregó el Ayuntamiento de Guadalajara, por económicamente inviable. Es algo realmente triste, pues aquella era una iniciativa de gran aliento, y el proyecto de algunos edificios —no de todos— era excelente”.
El ganador, Bosco Arquitectos, envió a los proyectistas una carta “que cayó entre nosotros como una bomba. Sin duda, su redacción era muy desafortunada y muchos nos sentimos lastimados, pero tenía la virtud de la franqueza. Además de la desilusión profunda que produjo esa carta, llegó en un momento difícil: entre la mayoría de los arquitectos de la Villa original, había y hay un justificado malestar por el hecho de que, a más de un año de que presentaron sus proyectos, y de que éstos fueron recibidos de conformidad por el ayuntamiento, a estas alturas no les han pagado sus honorarios, lo cual es inaceptable. Si a esto añadimos el que Bosco Arquitectos nos anuncia súbitamente que ninguno de nuestros proyectos va a ser utilizado, podemos imaginar la desconfianza y la irritación que se produjeron”.
Por eso, considera esencial liquidar adeudos para mejorar ánimos con una acción de justicia. “A esto hay que añadir una novedad: puesto que nuestros proyectos han sido rechazados en bloque después de su aceptación inicial, todos tenemos derecho a la indemnización prevista en el contrato, la cual debe ser pagada a la brevedad y sin rodeos”.
Luego “podrá pasarse a la situación de borrón y cuenta nueva que desea el inversionista-constructor. Anoche [el viernes 23 de mayo] tuve una larga conversación con el arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina, a quien no conocía. Me pareció un hombre de buena fe y que sabe escuchar. Con entera claridad dijimos lo que pensamos, y creo que él quiere hacer bien las cosas de acuerdo a las circunstancias reales, con el apoyo de aquellos arquitectos que quieran incorporarse al equipo que plantea. Y hay que decirlo claramente: ese equipo partirá prácticamente de cero, y debe hacerlo con premura, ya que los tiempos están justísimos [la Villa tiene que estar lista a mediados de 2011]”.
De hecho, “no existe continuidad entre el primer proyecto y la necesidad actual. Algunas ideas que me expuso el arquitecto Gutiérrez Cortina me parecen interesantes, y creo que con la aportación del talento local y la experiencia ganada con la primera propuesta, la nueva Villa podrá tener una muy buena jerarquía arquitectónica y urbanística”, apuntó esperanzado.
Esa situación de cambio total “me la repitió por lo menos tres o cuatro veces; lo que me sorprende es que el propio Gutiérrez Cortina dice lo contrario, que sí se van a utilizar los proyectos, lo cual no es verdad ni es factible; los mismo dice el ayuntamiento, y sabe que no es así”.
No obstante, “yo no creo que fatalmente lo que se vaya a hacer sea de menor calidad, simplemente es otra cosa. Así como debemos aprender las lecciones que nos haya dejado la etapa fallida, también debemos aprender del horror de la Plaza Tapatía, y saber que esos proyectos informes frecuentemente son un fracaso mucho peor […] hay que estar alerta, hay que ser flexibles al planteamiento de las alturas, para adecuarlas a la necesidad de confinar el espacio de parque, hay que cuidar las orientaciones de los edificios, hay que dar espacio a la creatividad, para lograr un conjunto que no excluya la diversidad”.
Es decir, añade, “Guadalajara no puede perder la oportunidad; se hará con más humildad y recursos, pero no con menores ambiciones, es lo que debe pasar y yo deseo que suceda […] las cosas que se expusieron como propósito del primer proyecto que no se pudo realizar: densificar el centro, refuncionalizarlo, mejorarlo cualitativamente, hacer mejor la vida de los vecinos, y crear identidad, deben seguir rigiendo cualquier nuevo proyecto”.
—¿Usted por qué decide bajarse?
—Por dos motivos: uno, no tengo ninguna experiencia en trabajar en equipo, ni tampoco disposición a aprenderlo. Por otro, en tres días salgo de viaje un mes, y el equipo debe aplicarse al trabajo de inmediato si se quiere terminar a tiempo. Yo creo en la obra de arquitectura como una creación artística, y es esencialmente individual; no sólo no tengo experiencia en trabajo en equipo, sino que no entiendo cómo es el mecanismo para que una obra tenga varios padres… pero hay muchos arquitectos muy buenos que lo saben.
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CLAVES
El proyecto
Fernando González Gortázar fue invitado por el Ayuntamiento de Guadalajara para participar en el proyecto de la Villa Panamericana, con la propuesta para uno de los edificios insignia del complejo
Diseñó un edificio de departamentos que se ubicaría en la calle San Diego, frente al parque Morelos, al que se denominó San Diego II, de 7 pisos de alto y conformado por varias torres, donde se contemplaba el empleo de cantera de diversos colores (rosa, amarilla, blanca y negra), así como de azulejo azul y blanco para sus terminados
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