viernes, 22 de mayo de 2009

La Villa: adiós a otra buena oportunidad


La estrategia fue equivocada y de todos modos se tiene el compromiso de hacerla; el director del CITA alerta sobre la necesidad de abrir al debate público el futuro del desarrollo, para rescatar parte de sus metas originales.

Guadalajara, Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO

La duda no es si la Villa Panamericana se construirá o no, sino el modo en que se va a edificar. Y para el arquitecto Alfredo Hidalgo Rasmussen, a estas alturas ya se perdió la oportunidad de generar un gran proyecto que fuera eje de la revitalización del centro de Guadalajara.
Pero eso no es motivo para abandonarlo: es necesario pugnar por un desarrollo armónico que no genere un nuevo desastre urbano en la zona, como lo marcan tantos antecedentes en el último medio siglo; por eso, los tapatíos deben debatir y exigir a la autoridad que abra el tema y consulte las decisiones con las mejores mentes de la ciudad.
Hidalgo Rasmussen aclara: “En mi caso yo no participé en el concurso, porque me parecía muy extraño que un proyecto de recuperar el centro, ocurriera sin un plan maestro previo, con bases tan ligeras y con tan poco tiempo […] sin embargo, en el ejercicio de invitar a arquitectos reconocidos nacionales e internacionales, uno de los invitados, Matías Klotz, me invitó para que fuéramos socios en este proyecto y acepté”, pues reconsideró ante la posibilidad de incidir en un proyecto que fuera positivo para la ciudad.
El joven arquitecto preside el Centro de Infotectura y Tecnología Aplicada (CITA), y ha promovido en Guadalajara el Foro Internacional de Arquitectura Com Plot, que trajo a grandes especialistas de la arquitectura y el urbanismo de todo el mundo apenas en 2008. Pero parece que no tuvo un eco real en los políticos que toman las decisiones.
—¿Qué implicaciones tiene este cambio de reglas anunciado por el despacho desarrollador, Bosco?
—[…] No es una sorpresa; es algo que se veía venir, pues se habló de que había condiciones que habría que revisar; para mí, es natural que así sea por haber empezado al revés, lo sorpresivo fue el tono de una carta formal que manda el desarrollador a los arquitectos, que refleja por un lado una posición totalmente legítima de quien entra a desarrollar un proyecto y tiene que cuidar sus recursos, pero nos tiene que poner a pensar qué es lo que va a pasar en la ciudad y en el centro ante condiciones que no conocemos…
Si finalmente “las condiciones han cambiado de manera que es imposible hacer lo que se había planteado, se necesita la apertura para decirlo; por un lado, desde que empezó la Administración municipal se han planteado ideas muy importantes para la ciudad, y se han hecho cosas muy importantes, no hay que desvirtuarlo; pero hay oportunidades y momentos para aprovechar: ahorita están pasando cosas que deberían haber pasado antes; esta gestión para desarrollo inmobiliario, si hubiera pasado hace un año, antes de que fuera el concurso, seguramente estaríamos hablando de otras cosas”.
—Que el desarrollador participara dentro del concurso guiando o poniéndose de acuerdo con los proyectistas…
—Claro, dando reglas claras; las reglas no han sido claras, es muy ingenuo pensar que la ciudad cambia a partir de un edificio que es a juicio de algunos más bello; me parece que va más allá, con estrategias para modificar espacios públicos mucho más contundentes, y aquí la estrategia es lo que debería marcar el proceso, y como ha habido un apoyo mediático para una serie de edificios que ahora no se van a poder hacer, al menos como estaban concebidos, entonces una parte importante del proyecto empieza a verse afectado; si todo el proyecto de la recuperación del Centro y el papel que juega la Villa Panamericana partiera de una estrategia del espacio público, en donde hay metido parámetros sociales, económicos, de gestión; donde hubiera un trabajo de actores, de universidades, que vayan garantizando este reacomodo del uso del territorio, el cambio de un edificio no sería una gran afectación.
—¿La prisa fue un elemento que condicionó todo?
—Probablemente el desconocimiento; pero se trata de recursos públicos, no de un proyecto privado; se supone que tiene que haber técnicos capaces de consensos.
—¿No podemos hablar de un ejercicio de simulación de parte de la autoridad? Por un lado trae expertos y se supone que los escucha, pero por otro lado parece decidir a su arbitrio.
—Sí, no tienes la responsabilidad de saberlo todo, pero tienes los instrumentos para oír, para convocar, como administrador lo ideal sería tener los activos que te permitan tomar la mejor decisión, creo que en este caso técnicamente ha habido la suficiente información […] pero hay un problema de comunicación que a lo mejor es pecar de soberbia…
Además, hay espejismos. “Hay muchas voces experimentadas en esta ciudad que han hablado sobre los pasos y la forma en que hay que hacerlo, de la gestión social, de la participación ciudadana, de los proyectos para establecer un tejido social, de que no es suficiente como expectativa poner un festival como los Panamericanos, porque la experiencia reciente ha demostrado que en la mayoría de las ciudades esto, lejos de ayudar las ha perjudicado; los casos exitosos, como Barcelona, son un garbanzo de a libra”.
Y el historial de proyectos fracasados en el Centro es notable. Empezando por la apertura de las grandes avenidas, que arrasaron patrimonio; siguiendo con la Plaza Tapatía, y hoy, ante el fracaso en redensificar la población de la zona, que sigue a la baja. Parece que no se aprende. Y luego se llega a una Villa que pudo ser una gran oportunidad, y puede convertirse en un verdadero desastre. ¿Los arquitectos de prestigio estarán dispuestos a arriesgarse a eso? Hidalgo lo duda, aunque espera que., cuando se abra la discusión real, se pueda decidir el futuro de cada proyecto y tomar decisiones definitivas.
—Lo cierto es que más allá de la decisión que tome cada uno de los arquitectos en su momento, de seguir o no, está el superior interés de la ciudad…
—Claro, que no debe estar sujeto al capricho ni la voluntad de una sola persona, porque son pasajeros los administradores y lo que se queda en la ciudad es lo que sufrimos todos; la historia nos lo ha dicho claramente y si no somos capaces de aprender de la historia, pues tenemos muy pocas posibilidades de superar sus desafíos. […] en el tema de crear ciudad, tenemos que aprender a cocinar nuestra propia comida; lo que hemos planteado estos dos últimos años, discutiendo con autoridades, con ciudadanos y con expertos de otros lados, es lograr nuestro propio modelo de ciudad.

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