Cobá, la sede del fin del mundo, es en realidad una selva colonizada donde coexisten migrantes mayas y la mayor fiera americana.
Agustín del Castillo, Cobá, Quintana Roo. MILENIO JALISCO.
Las tradiciones mayas dicen que el jaguar es un sol nocturno que pondrá fin a la humanidad, devorándola. Pero en la comunidad de Nuevo Durango, en medio de los restos de una esplendorosa selva estacional dominada por las moles de la ciudad extinta de Cobá, este sol tenebroso, mortecino, produce, como el famoso verso de Nerval, un sentimiento que es más bien de melancolía.
El balam deambula por las veredas, depreda venados, pavos ocelados, sereques (agutíes, el mayor roedor de México), pecarís, pero si estas presas escasean, de todos modos tiene que comer. Eso lo ha comprobado este poblado nacido de mayas yucatecos migrantes, que llegaron a esta heredad entonces deshabitada a partir de 1955: el gran macho que los visitó durante las semanas finales de mayo, no mató hombres, pero sí ejemplares de uno de los animales más entrañables para los entes civilizados: los perros.
En las cámaras-trampa, se observa un macho robusto degustar con fruición los restos de un can ultimado la noche anterior. La reputación de que las panteras gustan del sabor del Canis lupus familiaris está llena de evidencias en todo México. Seis perros muertos bajo la garra y las fauces del “tigre”, desató miedo en algunos, ansiedad en otros, preocupación en los más. No faltó quién se ofreciera para matar a la fiera –la cantidad de piezas cobradas por la cacería furtiva es una de las mayores amenazas para la especie en peligro de extinción-, pero Nuevo Durango es un lugar distinto. Allí, el discurso de la sostenibilidad ha calado hondo, sostienen Arsenio Hau Uicab y Manuel Trinidad Poot Dzib, dos de sus principales promotores.
Posiblemente el ejido maya más pequeño de la zona ubicada a 120 kilómetros de Cancún, al suroeste, es apenas una semilla en la tentativa de sembrar un proceso social diferente, basado en el respeto a las otras formas de vida y en el uso de los recursos sin rebasar la capacidad de carga de los ecosistemas. Esto es la selva Maya, y la historia del auge y el ocaso siempre es aleccionadora: esas dilatadas pirámides, sobre todo Nohoch Mul, de 42 metros de altura, dominan toda la península como la mayor altura creada por el hombre hasta la llegada de los europeos. El verdor del temporal que arribó en forma de depresión tropical, ha invadido el espacio que alguna vez alojó 50 mil moradores, como exhibición de que la civilización es pasajera, y natura siempre regresa.
“Vea esos enormes edificios de Cancún, miles y miles de toneladas de cemento, castillos, grava, mosaicos, maderas preciosas, tecnología inteligente… en unos milenios también serán ruinas y también se los comerá la selva”, dijo unas horas antes un activista guatemalteco, invadido de la misma evocación elegiaca, traspuesta a un relato del futuro más posible.
En Nuevo Durango creen que todavía es salvable la relación con lo silvestre. Por eso se empeñaron en oponerse a una cacería, pusieron sus cámaras a trabajar para detectar al fantasma nocturno, y le solicitaron a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), por medio de su asesor, el conservacionista Francisco Remolina, que se le capturara para una eventual relocación. Pero tras cobrar seis víctimas, el balam ha desaparecido.
El relato
Arsenio refiere: “esto empezó el 7 de mayo; el día 8 yo me fui al campo, estoy en un grupo de incendios forestales, regresé a mi casa y me dice mi esposa: te vino a buscar el delegado, y venia con una señora. ¿Por qué? Porque alguien mató a su perro, ¿cómo?, resulta que un animal se lo llevó, quieren que vayas ahorita […] la señora pensaba que su vecino era el que le había dado cran, y que se lo había llevado al monte; yo le contesté: no, se lo llevó un animal…”. PUBLICIDAD inRead invented by Teads
Se había localizado el cadáver. Los ejidatarios determinaron dejar los restos amarrados a un tronco y esperar a que el devorador se delatara. El jaguar macho mató seis perros y se los comió el pasado mes de mayo
“Al otro día fuimos y sólo le dejo las dos patas traseras, se come todo; les dije: esto no es un animal pequeño, es un jaguar, porque había habido ataque de un ocelote una semana antes, que se nos escapó, pero el ocelote no come tanto ni se lleva a perros, y pos las huellas y la sangre que deja, es una animal grande. Así que le avisamos a Paco Remolina, trajimos con las cámaras, se instalaron en el techo y le dijimos a la señora: a ver si regresa…”.
- Solamente había muerto un perro.
- Sí, solo uno había muerto. Pero justo ahí agarró al segundo perro, era un jaguar, un animalote; cuando agarró al perro, no sé si se brincó la barda, pero se le soltó el animal del hocico, y ahí lo dejo, solo lo mató pero no le comió nada; así que con Paco lo que hicimos fue otra vez amarrar el animal muerto a un tronco, y ya pusimos cámara [de video] y todo. Y regresó a comer, era un animalote. Era el 9 de mayo cuando lo vimos por foto, el 10 ya fueron los videos […] de ahí ya no regresó, sino como a los cuatro días, pero mató a tres de una vez, de otro lado del pueblo.
El último perro muerto es del 17 de mayo, frente a la tienda de Conasupo.
Los vecinos decidieron atraparlo para evitar el incremento de los daños, y que los cazadores furtivos cayeran en tentación de cobrar la pieza. “Pero ya no volvió, armamos la trampa y todo eso. En la cámara si se le vio, la última vez fue como el 21 de mayo: primero cruzó una sarigüeya, luego un ocelote, y atrás el jaguar, todos separados diez minutos…”.
El espectro desde entonces desapareció. Pero quizás esa mitología primordial ha hecho a algunos cambiar de hábitos, al menos temporalmente. “Antes la gente se la pasaba en la cancha echando tragos y con música, y cuando apareció el jaguar y atacó, todo mundo estaba temprano en sus casas, eso fue bueno…”.
- ¿Qué acuerdo tienen, qué va a pasar con la pantera?
- Lo van a respetar cinco meses por si ese jaguar regresa; si ataca de nuevo nos avisan para hacer el operativo, la cosa es atraparlo ya no matarlo. Según Paco hay un programa de apoyo, se llama seguro ganadero, se llama diferente pero eso es; si se come un ganado se avisa, con evidencias, y se le da un dinero a la persona, o se le da un animal, según sea.
- Pero no atacó ganado.
- No, solo perritos, y por ese rumbo había un becerro, en el sitio donde mató a los tres perros estaban como a 30 metros los becerros encerrados; y en donde se comió al primer perro, enfrente estaba un corral con ganado, como a 10 metros. Pero no venía por ganado sino por perros.
¿Por qué el jaguar ataca perros? Es un misterio. Se recogieron excretas para analizar si tiene alguna enfermedad. La fiera se ve robusta y fuerte, pero podría ser que envejeció y ya no tiene el vigor para atacar animales salvajes.
Desde que nació Nuevo Durango, cuando este territorio intensamente colonizado era una umbría solitaria llena de animales silvestres, es la primera vez que un jaguar llega a atacar mascotas. “Antes, si salías de noche, te lo ibas a encontrar, pero eso no es muy tangible, ni en los años anteriores; lo que yo sé es que en la historia de aquí nunca ha atacado a un humano”, repone el indígena.
La tarde cae con chubascos intermitentes. El cielo está gris y el sol tiene tres días ausente. El monte es bajo, pero este ejido es orgulloso de mantener bosque sin tocar, por decisión de sus 34 ejidatarios. Todavía se ven bandadas de mono araña, muy ocasionales. La transformación a actividades agrícolas o ganaderas es alta afuera de las 1,200 hectáreas de Nuevo Durango. Hay que internarse a la zona arqueológica para recuperar una visión más próxima a lo que estos migrantes se encontraron hace más de 60 años. No había luz, ni agua potable, ni escuelas, ni pavimentos. Hoy se vive el reino del hombre.
Cobá
Cuando esta ciudad comenzó a edificarse, en el siglo I, Roma dominaba en media Europa, norte de África y medio oriente. Cuando fue abandonada, alrededor de 1,400, nacía la modernidad y el arte se revolucionaba en el espléndido Quattrocento de Fra Angelico, Giotto, Cimbaue, Masaccio o Ucello.
Cobá, cuya toponimia remite a la abundancia de agua, está rodeada de lagunas, y es últimamente más famosa de lo que el viajero desinformado sospecha. “…en la ciudad maya de Cobá encontramos dentro del grupo Macanxoc, cercano al lago que le da el nombre la Estela 1, la única que posee inscritas cuatro fechas de Cuenta Larga, una de las cuales referencia la era maya que finaliza el 21 de diciembre de 2012, día interpretado por algunos como el fin de los tiempos…”. En Cobá, la pirámide principal Nohoch Mul, de 42 metros de altura, es la más alta de toda la península de Yucatán (Agustín del Castillo)
Colocada dentro de un sencillo recinto abierto en lados opuestos, “tiene 313 glifos esculpidos en sus cuatro lados: De las cuatro fechas de Cuenta Larga, tres relatan sucesos ocurridos en el siglo VII (29 de Enero de 653, 29 de Junio de 672 y 28 de Agosto de 682), la cuarta en la parte posterior de la estela menciona al 13.0.0.0.0 4 Ahau 8 Cumku, comienzo de la actual era maya que finaliza el 21 de diciembre de 2012, incorporándola dentro de ciclos que abarcan 20 períodos de 13 baktunes (cada baktun: 144.000 días), resultando una cifra astronómica, algo mayor a la edad del Universo. En el cuadro siguiente, los glifos y la interpretación de esta particular fecha […] después de la fecha, los glifos que podrían describir lo que sucedería luego, son ilegibles, algunos pudieron interpretar: apareció ... la imagen ... terminó ... 13 pik ... 8 ...” (https://pueblosoriginarios.com/meso/maya/sitios/coba_estela.html).
No llegó la noche perpetua, ni el astro nocturno encarnado por la Panthera onca, para devorar la raza de los hombres. Sólo una fiera que es vivo testimonio del crepúsculo de lo silvestre, escurridiza entre las piedras amontonadas que hacen homenaje a una civilización muerta, entre miles de turistas tumultuosos, ruidosos, perturbadores, que se hacen selfies en las ruinas y el océano verde, un escenario tan espiritual, tan exótico, tan mundano, tan New Age.
La lluvia no cede, las calzadas del mundo antiguo se despueblan por momentos. Un silencioso amate se despliega majestuoso entre estelas olvidadas. Una iguana verde corre a ocultarse bajo las rocas. El fin del mundo no será este diluvio, compasivo de una floresta que ha soportado cuatro meses de sequía.
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Claves
El dato
El jaguar está en peligro de extinción, pero sobrevive en poblaciones importantes, aunque fuertemente presionadas, en la selva Maya que comparten México, Guatemala y Belice.