jueves, 18 de agosto de 2016

Viejos... los cerros y el Teatro Degollado



Trece de los hombres y mujeres que forman parte de la clase de "adultos mayores" fueron reconocidos por el gobernador como triunfadores en el deporte de la vida.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Si es verdad ese dicho de Alfonso Reyes, de que los hombres sonríen porque han debido renunciar a muchas cosas, es fácil explicar la natural gesticulación que salía ayer desde el centro de los rostros ajados de trece viejos jaliscienses, homenajeados en el teatro Degollado.

Viejos de verdad, aunque la palabra ha sido abandonada y degradada a ofensa por las convenciones del lenguaje "políticamente correcto", atroz en pontificar desde la ignorancia sobre términos que eran de uso común cuando estos hombres y mujeres nacieron y crecieron, en un Jalisco que ya no existe, en el que sus ancestros ancianos eran eje de una estructura de familia que también voló por los aires con la modernidad.

No deja de ser paradójico: los viejos antes eran venerados y recibían como justo pago a una vida de compromiso con su clan, el lugar simbólico más importante de la familia, el del respeto a la experiencia y sabiduría acumuladas, el del fiel de la balanza en las decisiones, el del consejero ante las crisis más extremas. Los "adultos mayores", en cambio, requieren programas de gobierno para subsistir con alguna dignidad, expulsados del hogar y olvidados por una civilización de lo efímero en la que tener arrugas o canas contradice el afán de una eterna juventud, deslavada, aséptica y anodina.

Estos trece viejos recibieron como reconocimiento una artesanía, un "árbol de la vida" que después resultó que era un corazón - el joven presentador dudó sobre el nombre y la descripción del objeto rojo brilloso, ah, esa juventud vacilante -, más un cheque de 20 mil pesos, de manos del gobernador Aristóteles Sandoval y de su esposa, Lorena Arriaga, quienes les habrán parecido políticos demasiado noveles para tan alta responsabilidad como la de conducir a un estado territorialmente más grande que Costa Rica y más poblado que Uruguay.

Será que están ya en paz, pero no lucían intimidados ni por esa puesta en escena de lo político "compasional" (la compasión como espectáculo), ni por el recinto teatral, un edificio construido para cautivar con sus cinco pisos de palcos, con su candil colosal al centro de la amplia bóveda adornada por el fresco decimonónico de un Parnaso petrificado.

¿Por qué festejar a los septuagenarios a casi centenarios jaliscienses? "El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Jalisco, promueve una cultura de envejecimiento activo, aprecio y respeto a la vejez, mediante la atención, asesoría y capacitación en relación a calidad de vida y participación social de 19,250 adultos mayores en 576 grupos [...] desarrolla desde el año 2000 el evento del Adulto Mayor Distinguido, en el que se evalúa la trayectoria de vida con base a vivencia de valores humanos y su impacto en beneficio de la sociedad, a nivel personal y familiar, favoreciendo en el desarrollo de alguna actividad artística, cultural, deportiva, profesional, altruista y/o científica, distinguiéndose como ejemplo en su familia y la comunidad en general", justifica el comunicado emitido para tan notable encuentro.

Así, los reconocidos responden a tres condiciones: la diversidad geográfica de Jalisco, sobrepasar los 65, la edad de jubilación; y hacer cosas notables al menos por sus núcleos sociales más inmediatos. José Nieves Bramasco López, por ejemplo, tiene 93 años y se desempeñó en el lejano y áspero Chimaltitán como maestro por 50 años, sin abandonar las tareas agrícolas; también escribió un libro de su municipio. María De Los Ángeles Dávila Aguiñaga tiene 68 años y vive en el oriental Ojuelos de Jalisco; es cantante de Mariachi y voluntaria de Cruz Roja, además de haber gestionado el primer plantel educativo; Alberta González Díaz pasa por los 76 años y habita Valle de Guadalupe; además de distribuir la hoja parroquial, lleva comida a los presos de Puente Grande.

Así se desgrana el resto de la nómina: en Jamay, María Guadalupe Jiménez Sahagún; en Concepción de Buenos Aires, Manuel Ochoa Hermosillo; en Tolimán, el ex alcalde J Paz Guerrero Michel; en El Limón, Javier Michel Isordia; en Tomatlán, la ex alcaldesa Bertha Onésima González Rubio; en Puerto Vallarta, Juan Manuel Gómez Encarnación; en San Marcos, Eva Amézquita Martín del Campo; en Tlajomulco de Zúñiga, Juan Manuel Enciso Camacho y María Ernestina de la Fuente Salas. La "más mayor" del grupo es María del Rosario Cabrera Gutiérrez, que tiene 96 años, de Acatlán de Juárez.

Son viejos y están en paz, dijo doña Eva Amézquita, al citar la conocida pieza de Amado Nervo, que irradió gratitud y también sentimientos fáciles a la larga y más inexperta audiencia que presenció la entrega de los trofeos de estos triunfadores en el mejor deporte de resistencia que existe: la pura vida.

SRN

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