Entrevista con Jean Meyer, versión extendida de la aparecida en PUBLICO-MILENIO en la edición del domingo 13 de septiembre de 2009
Historiador, autor de La Cristiada
Guadalajara. Agustín del Castillo
Jean Meyer nació en Niza, en el Mediterráneo francés, en 1942, pero podría fecharse su segundo nacimiento, el del historiador y el mexicano, unos 24 años después, cuando ya había sido fascinado por el alma del país e investigaba con pasión y laboriosidad la crónica de los guerrilleros de La Cristiada, esa épica popular que desenterró con éxito abrumador, para desazón de la historiografía oficial.
Desde entonces quedó con esa impronta, como recuperador del papel de “los de abajo” y de los actores políticos contrarios o ajenos a la revolución triunfante, que con el tiempo se demostraría, ni fue tan revolucionaria, ni buena parte sus triunfos fueron algo más que una “disputa privada” por el poder.
“Un amigo francés que no es historiador, al leer la versión francesa de La Cristiada, me dijo: ‘hay libros que uno engendra, y hay libros que le engendran a uno, y yo digo que este libro te engendró a ti’; efectivamente, de mis muchos libros, este es el más importante, porque es el libro que me hizo mexicano, en esa amistad tan confianzuda, tan generosa que me prestaron esos hombres para mi viejos -yo tengo ya 67 años, más o menos la edad de los hombres que yo entrevistaba- […] realmente me hicieron descubrir un México profundo en el mejor sentido de la palabra; hasta la fecha me vuelvo a hacer la pregunta que me hacía entonces, ¿cómo es posible que teniendo un material humano, una madera tan fuerte, tan hermosa, tan espléndida, México no haya logrado salir de sus problemas?...”.
No puede abordar el tema sin un asomo de emoción, a tantos años y tantas ediciones. Jean Meyer es mexicano, se casó con una mexicana, tiene hijos mexicanos y le suelen decir Juanito. No ha perdido un ápice de la pasión que le genera el hecho religioso y está convencido que es trascendente al mundo. En entrevista con Público, en su reciente visita a Guadalajara, a 80 años de los acuerdos de paz entre la iglesia y el Estado (1929), que pusieron formalmente fin a la rebelión de los católicos, reflexiona sobre esos tiempos aciagos, sin perder la oportunidad de opinar sobre el papel de la jerarquía clerical y los desafíos actuales que enfrenta lo religioso, con el poderoso avance del relativismo, la secularización y la indiferencia.
- ¿El ateísmo será nuestro futuro?
- En un país como México, no.
Deslumbramientos juveniles
- ¿Cómo y por qué llega usted a La Cristiada?
- Yo había venido a México como turista, sin dinero, en el verano del 62, y durante casi tres meses le di la vuelta a todo el país, a veces con una sola comida al día, ahorrando unos centavos para tomar una coca chica que costaba 10 centavos […] era un milagro. Acababa de cumplir 20 años […] me gustó tanto el país que dije: ‘yo no sé cómo le voy a hacer, pero volveré’. Cuando terminé mis estudios de historia en Francia, y llegó el momento de pasar al doctorado, dije: ‘bueno, esta es la oportunidad, voy a escoger un tema de la historia de México’; yo pensaba trabajar sobre Emiliano zapata, que en aquel entonces no estaba tan estudiado como hoy pero era un personaje famoso que nos había llegado a Francia por el cine; cuando presenté mi proyecto en un seminario, el profesor lo aprobó, le gustaba mucho, pero entre los estudiantes del doctorado había un sacerdote mexicano, un jesuita, el padre López Moctezuma […] me dijo, ‘está muy bien el artículo sobre Zapata, pero realmente hay un artículo en blanco de la historia de México que espera a un historiador, y es La Cristiada’ Yo ni conocía la palabra, le pedí que me explicara un poco y me fascinó el tema… así que se lo debo al padre López Moctezuma.
- ¿No encontró inmediatamente paralelos entre la Revolución Francesa y estos movimientos surgidos al calor de la Revolución Mexicana?
- Sí, desde luego, el gran levantamiento campesino del oeste de Francia y la guerrilla de los chuanes […] lo que ahora sabemos es que hubo el equivalente en muchas provincias de Francia, que la política, anticatólica primero y antirreligiosa después, de la revolución, disgustó a muchos y provocó guerrillas populares campesinas en muchas partes, en provincias fronterizas donde incluso decenas de miles de personas huyeron, cruzaron la frontera, por ejemplo, de la Cataluña francesa a España, a Barcelona; de Alsacia a Alemania, de Saboya a Suiza, de Provenza a Italia, del País Vasco francés también a España; entonces, con 130 años de diferencia es el mismo fenómeno relevante, popular, sin más ideología que la defensa de su religión.
- ¿El papel de la iglesia francesa y de la iglesia mexicana también tiene paralelos?
- No, porque el desencadenamiento de la crisis tomó caminos muy diferentes, en Francia no hubo la decisión de los obispos de suspender cultos que haya provocado el levantamiento, mientras que en México, cuando los obispos toman la decisión, evidentemente no se esperaban la reacción del pueblo católico; el levantamiento los sorprendió, yo creo que de saber que la gente se iba a levantar en armas no hubieran suspendido el culto, porque esa no era su intención, era una apuesta para presionar al gobierno y obligarlo a suspender la famosa Ley Calles, Roma había pedido a los obispos rechazarla, era realmente una ley que castigaba, hostigaba, molestaba a la iglesia, se metía en su vida interior, un sacerdote, para poder ejercer su función tenía que registrarse y recibir el permiso de parte de la autoridad política, y eso significaba finalmente que era el Estado el que nombraba a los curas.
- ¿Una reedición moderna del patronato?
- Sí, pero con un Estado ateo, a diferencia de la monarquía católica de los Habsburgos o Los Borbones; en el momento de la aplicación de la Ley Calles, había en la Unión Soviética una violentísima persecución religiosa contra la Iglesia Ortodoxa que había empezado de la misma manera, primero con medidas dizque reglamentarias, y eso decía el gobierno de Calles, ‘la estamos reglamentando bajo los artículos constitucionales, no nos estamos metiendo en la vida interna de la iglesia’, y en realidad claro que se estaba metiendo, y un solo obispo estuvo en contra de la suspensión de los cultos, y curiosamente es un obispo que tiene fama de beligerante y de cristero, el arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez; advirtió que estaba contra la suspensión de los cultos porque ‘ustedes no saben lo que esto puede provocar’; pero sus hermanos obispos no le hicieron caso.
Así, el obispo regresó a Guadalajara y le advirtió a Anacleto González Flores que la Unión Popular, una poderosa organización de laicos católicos que defendía la libertad religiosa, tenía prohibido participar en cualquier revuelta. “Anacleto no pudo controlar a sus jefes, la UP funcionaba de manera democrática; hubo una reunión clandestina, secreta, oculta, a fines de 1926, Anacleto puso a votación la decisión de levantarse en armas o no, y hubo un solo voto en contra, el de Anacleto, todos los demás jefes votaron por la guerra […] realmente fue un movimiento no preparado, no premeditado, no querido por el pueblo […] la iglesia suspende el culto porque el Estado la agrede, entonces para la gente es el gobierno el que tiene la culpa.
- ¿No quiso entonces la jerarquía eclesiástica esta guerra?
- No, el gran historiador Luis González decía: “si la mayoría de los obispos o la mayoría del clero aprueban la lucha armada, en menos de un año cae el gobierno de Calles, hubiera sido un movimiento irresistible”. Lo que pasa es que sólo tres obispos se fueron de manera radical por la lucha armada, la mayoría no sabía qué pensar, no les gustaba la violencia […] se ha puesto muy de moda el criticar a la iglesia, pero a lo largo de los siglos si ha sido consistente, siempre ha condenado la violencia; en el siglo XIX condena el alzamiento de los polacos católicos contra el zar ruso ortodoxo que los estaba persiguiendo y castigando porque intentaba descatolizarlos […] hay una encíclica del papa que dice “el zar es el soberano legitimo nos guste o no, no nos gusta la persecución que esta haciendo contra nuestro fieles católicos, pero la lucha armada no es el remedio, es un remedio peor que el mal, y matar al prójimo es un crimen”. Lo mismo pasa con los rebeldes católicos de Irlanda en su lucha contra los protestantes.
En México, después de los arreglos el Papa en varias ocasiones condenó la lucha armada; los obispos mexicanos tuvieran que publicar cartas pastorales condenando al lucha armada, yo encontré 16, de 1932 a 1938 […] incluso en el caso de Zacatecas, el obispo Plascencia amenazó con la excomunión a los católicos que seguían en la lucha armada, por eso los cristeros que yo entrevistaba y que se levantaron en armas en los años treinta cuando hubo un segundo brote de persecución religiosa, decían que la Cristiada era de 1926 a 1929, de la suspensión del culto a los arreglos, y en los años treinta es simplemente “la segunda”.
Fue un encuentro sorprendente. La paz de 1929 nunca fue completa. La llamada “Segunda Cristiada” sorprendió al investigador, en sus indagatorias de los años sesenta.
“Yo recuerdo la primera vez que oigo hablar de ella; yo insisto ¿la segunda qué?, ¡Es que usted no entiende!, no teníamos derecho a llamarnos cristeros, la iglesia ya nos había condenado y nos decía: ‘si ustedes hacen una lucha es una lucha política no religiosa, la iglesia nos los necesita, no deben decir que luchan para la religión’, entonces no es la Segunda Cristiada porque no podíamos invocar a Cristo, me dijeron; esto para ellos fue una amargura tremenda”.
No comprendían el viraje eclesiástico. “Consideraban era el mismo combate que en los años veinte, y se preguntaban por qué lo que fue bueno en esos años era malo en los treinta; por qué la iglesia no acepta la Ley Calles en el 26 y la acepta en el 29, por los arreglos; se preguntan quién mintió, en dónde esta la equivocación, entonces los pobres cristeros tuvieron que inventar que el Papa había sido engañado por las obispos mexicanos, que le habían mentido. Yo cuando hice mi tesis, los archivos vaticanos no estaban abiertos; hoy ya están abiertos, Benedicto XVI los abrió; un joven historiador mexicano, Solís, va a presentar su tesis en octubre, el trabajo los archivos vaticanos de los años treinta, y ahí está demostrado que el Papa[Pío XI] estaba perfectamente informado y por eso estaba tomando esa decisión. ‘El gobierno mexicano no ha respetado su palabra, ha violado los acuerdos, y ni modo, hay que tener paciencia, que tarde que temprano ganaremos, pero sin lucha armada”.
- ¿Entonces esa segunda lucha era una desesperación?
- Sí, porque esos cristeros ya tiene muy poco apoyo del pueblo católico porque cada domingo el cura machaca que los obispos y el Papa han prohibido la lucha armada, entonces realmente se encuentran en una soledad, en una pobreza, y además con el anatema de que les niegan los sacramentos […] si lee la novela El Rescoldo, de Antonio Estrada -huérfano de un cristero que murió en la segunda-; su padre era un jefe cristero de Durango, Florencio, un guerrillero de primera, y el niño Antonio con su mamá y sus tres hermanos se va al cerro con el papá en 1935, y en 1936 o 1937 a traición, como siempre, un compadre judas lo lleva a una emboscada y lo matan […] ahí uno ve la doble motivación para estos nuevos alzamientos: uno, vuelve la persecución religiosa, incluso, cuando Cárdenas llega al poder en 1935 quedan sólo 305 sacerdotes autorizados para toda la república, de 5,300 que había menos de diez años antes. Lo otro es justamente la violación de los acuerdos, pues empiezan a matar a todos los jefes cristeros, a traición; entonces gente como Florencio Estrada dice: “si me han de matar de todos modos, pues prefiero morir peleando en el cerro, que caer en una emboscada y que me maten por la espalda” […] ahí tiene la explicación de esa guerrilla que fue interminable, hace poco me enteré en Zacatecas que los últimos cristeros deponen las armas después de la elección de Manuel Ávila Camacho, hasta el verano de 1940; los últimos tercos, los irreductibles, los más capaces de sobrevivir, en puntos geográficamente inaccesibles, comiendo venados, viviendo como indios, y por cierto muy unidos con los tepehuanes, los tarahumaras, los huicholes, los coras; incluso utilizando arco y flechas porque ya no tenían parque, y comiendo nopales, chirimoyas, garambullos, y demás…
- ¿A eso se refiere usted con la dedicatoria de su obra, en la que habla de “la imposible fidelidad”?
- Así es, es “Aurelio Acevedo y los compañeros de la imposible fidelidad”, la fórmula se la debo a un gran historiador francés y protestante, un hombre profundamente cristiano que le entusiasmó el libro de La Cristiada e incluso él apoyó y consiguió un editor para que se publicara en Francia. En la defensa de la tesis, cuando le tocó hablar, en vez de hacer preguntas y criticarme se lanzó a decir: “algunos dicen que Jean Meyer es demasiado joven -yo tenía 29 años y de pura casualidad fue un 12 de diciembre [día de la Virgen de Guadalupe]- y yo digo que tenía que ser alguien joven como él quien realizara esta hazaña de libro que tenemos aquí”; y se animó tanto que se levantó, estaba caminando debajo del podio hablando al público, y fue cuando dijo: “y esos hombres, los compañeros de la imposible fidelidad”, la fidelidad a Cristo. Por cierto, en El Rescoldo hay una escena fabulosa donde Florencio, con el acuerdo de sus soldados, ha rechazado la amnistía que le mando el general militar, a quien conocía y apreciaba, y recibe la visita de un sacerdote que llega con otro mensaje de amnistía de parte del gobernador y una del obispo que dice: “si usted no acepta la amnistía, si no bajan a rendirse, la iglesia no quiere saber nada de ustedes”. Entonces Florencio Estrada responde: “nosotros no tenemos nada que ver con el gobierno, no tenemos nada que ver con la iglesia, nuestro compromiso es con Cristo”, y esta es “la imposible fidelidad”.
- Cuando se publica en México La Cristiada, ¿cómo cayó en un régimen autoritario, oficialmente jacobino y con un recuento muy distinto de los hechos?
- Con el gobierno no tuve absolutamente ningún problema, en realidad con nadie, nada más que mis colegas intelectuales universitarios, con excepción de unos pocos como Luis González, Antonio Alatorre, y alguien que no era colega universitario, pero qué personaje, Juan Rulfo. Rulfo fue el que me dio a leer El Rescoldo…
- Él vivió personalmente el drama de la revolución cristera…
- Al igual que Antonio Latorre, son de la misma generación; uno en San Gabriel y Tuxcacuesco, el otro en Autlán; y de Luis González y González pues ni decir, estaba en su pueblo, en San José de Gracia; pero los colegas de la universidad o los colegas de El Colegio de México me miraban como un bicho raro, y la gente buena, la que me tenía simpatía, nada mas se reía, Rafael Segovia, Mario Ojeda […] yo salía los fines de semana en mi coche Renault a provincia a hacer las entrevistas, y cuando regresaba, y el lunes iba al café a las once y me decían, “a ver, cuántos cristeros inventaste este fin de semana”; había otro marxista muy de izquierda, sin ninguna simpatía por la religión, pero que me quería bien, y decía: este Jean Meyer es nuestro Soljenitsin, es un populista ruso, y lo curioso y lo interesante es que tampoco hubo ninguna reseña en ninguna revista académica.
- ¿Se le ignoró?
- Totalmente, y en la gran prensa nunca salió una reseña; y la editorial Siglo XXI, del doctor Orfila, con el cual estoy sumamente agradecido, tuvo el valor de publicar este libro contra sus consejeros, y en una editorial dedicada a libros de izquierda y a libros marxistas […] lo único es que el título no le gustó, no sabía de la existencia de la palabra Cristiada, y fue Antonio Alatorre como lingüista prestigioso, que le explicó que no sólo era un término popular mexicano, sino que hasta podía ser culterano como La Iliada. Siglo XXI no hacía publicidad, no había ningún anuncio y el libro se vendía y se vendía, cada dos años tenían que reeditarlo. Va en las veintitantas ediciones, así que por un lado ese libro me engendró, y por otro lado tuvo su destino e independientemente de todo ahí sigue corriendo…
- De hecho, se le menciona como poema épico…
- Sí, como una epopeya, Antonio Alatorre decía: “una epopeya es el canto de las derrotas”, y Troya cae, en la Canción de Roldán, Roldán muere traicionado […] no el que triunfa, es el que muere el que es admirado y amado.
Disyuntivas contemporáneas
Tres décadas después de que finaliza “la segunda Cristiada”, surgen en América Latina movimientos políticos donde participan católicos, pero con un viraje a la izquierda, y donde la teología de la liberación se hace presente con la misma disyuntiva de aceptar el papel opresor del Estado con paciencia evangélica, o enfrentarlo violentamente, como la misma teología tomista lo plantea. Un escenario frente al que estuvieron los guerrilleros de Cristo Rey.
- ¿Es legítimo hablar de una relación?
- No es una relación; esto ocurre muchos años después, pero evidentemente es posible para la Teología de la Liberación también el compromiso por los pobres, de la Conferencia Episcopal de Medellín, repetido en Puebla en 1979, cuando viene Juan Pablo II por primera vez a México […] no se puede dejar a un lado la expresión del Papa cuando dice “México siempre fiel”, como Polonia que es siempre fiel y siempre rebelde; y esos rebeldes católicos polacos y esos rebeldes católicos mexicanos, ahí no hay misterio, por eso el Papa quería tanto a México. Pero una nueva generación lee el pasado con nuevos ojos, y lo está leyendo a la luz del presente, y efectivamente para cierta izquierda e incluso para una izquierda no cristiana, los cristeros se volvieron simpáticos, como enemigos de Calles, fundador del PNR [Partido Nacional Revolucionario], antecedente del PRI, el razonamiento es: “ah bueno, yo soy enemigo del PRI, entonces esos enemigos de Calles son mis amigos, y son los abuelos que admiro”. Sí se dio este fenómeno, efectivamente.
- Hablando de “la imposible fidelidad”, el católico de nuestra época la vive por una secularización fuerte, y por el problema social, ¿no cree?
- Tertuliano, padre de la iglesia, dijo que la sangre de mártires, era la sangre de Cristo, y semilla de nuevos cristianos […] es mucho más fácil, pese al costo en vidas humanas, psicológicamente, resistir a una persecución violenta, más abierta, que despierta vocaciones de resistencia, que este fenómeno de la secularización, donde es imposible hallar al adversario, incluso suponiendo que sea un adversario; la misma secularización es parte de la modernización, modernización que trae muchas cosas buenas, y al mismo tiempo está esto. A mí me impresiona mucho cuando leo en los periódicos la crónica de la guerra del narco y de los sicarios, y me encuentro con los nombres de lugares que fueron pueblos cristeros con nombres y apellidos de gente cuyos abuelos fueron cristeros y que hoy en día son narcos y sicarios; cómo es posible que este pueblo, que era un pueblo cristiano, donde reinaba una ética, que sólo intentaban vivir como cristianos, esa gente que fue capaz de levantarse en armas y morir por un ideal, de perder todos sus bienes, ahora sus nietos y tataranietos son narcos y sicarios […] uno lee las entrevistas: “oye, tú con la formación que tienes puedes ganar 30 mil pesos al mes”, “no, es más fácil matar”, contestan; yo me quedo pensando: “pues qué bueno que haya muerto Luis González, que nos presenta en Pueblo en vilo algo que es como un cuento de hadas”; yo conocí un San José de Gracia fabuloso, y hoy en día es una cosa que don Luis ha de revolverse en su tumba, o si viviera se moriría de un infarto, viendo todo lo que ha pasado en 20 años, y ese si es un reto mucho más tremendo…
No obstante, Jean Meyer no pierde la esperanza. “En cuanto a la pobreza hay toda una lucha de muchísima gente anónima de la que de repente uno por casualidad se entera; esos cristianos hombres y mujeres buenos que están dedicando su tiempo y su dinero en obras, en el trabajo de todos los días; que enseñan a la gente a fabricar mermeladas, a realizar la comercialización, productos como el café de Chiapas o mermelada de alguna otra región, o gente que abre escuelitas o dispensarios u orfanatorios, de visitadores de cárceles; leemos las declaraciones de los obispos y los encontramos muy a la derecha, pero está todo ese pueblo anónimo que sigue siendo cristiano no afectado por ese terrible fenómeno de la desmoralización, de segregación mas que de secularización, que afecta a nuestra sociedad, y que amenaza a nuestro hijos.
Un mundo ateo
- ¿Qué va a pasar con la iglesia católica a resultas de este oleaje tan intenso de secularización, de cambio, de relativismo, de inmoralidad? ¿Va a sobrevivir?
- Obviamente. ¿Cómo? No lo sé. Este Papa creo que es un hombre bastante lúcido, muy filosófico, pesimista como todos los lúcidos; por lo tanto está trabajando acordándose del la frase del Evangelio: “cuando el hijo de Dios regrese a la tierra, encontrará todavía fe”, y la otra frase del evangelio alude a la pequeña grey, es decir, unos poquitos […] a lo largo de la historia del cristianismo ha habido movimientos así, de épocas donde aparentemente triunfa la iglesia sobre la sociedad y la sociedad se cristianizó, pero hay que volver a empezar el trabajo en cada generación; por ejemplo, el padre puede ser cristiano y el hijo por pura reacción psicológica de rebelarse contra el padre ya no lo es, y quién sabe por qué, pero el nieto sale cristiano ahora contra su padre, y así hay un dicho, de tal palo, tal astilla, y en ealidad todo el tiempo es todo lo contrario, ya que el hijo es muy diferente al padre, pero no deja de ser impresionante […] en México está el culto a la Santa Muerte, ¿qué es esto? ¿De dónde sale? Yo he entrado a varias casas donde hay imágenes de la Santa Muerte, incluso de gente que cree todavía ser católica, y los protestantes ahí tienen razón, es idolatría pura, es fanatismo absoluto, es una monstruosidad, una fealdad, y esos mismos narcos y sicarios adoran a la Santa Muerte, y de repente van a misa y quieren casarse por la iglesia, bautizar a sus hijos, entonces aquí hay una confusión.
- ¿Entonces el ateísmo no va a ser el futuro?
- En un país como México, no.
- Pero también los protestantismos están teniendo un auge muy fuerte aquí…
- Pero es que precisamente son los no dejan espacio para el ateísmo, incluso es una forma de cristianismo muy exigente, contra un catolicismo demasiado blando, y esa gente después de un día de trabajo van a tener tres o cuatro horas en una asamblea discutiendo un texto de la Biblia que exige la solidaridad de la comunidad, muy fuerte; que exige el abandono del alcohol, del tabaco, del adulterio, que está totalmente prohibido. Ahí es una verdadera conversión, es un cambio de vida; yo he visto mujeres que han convencido a sus esposos de pasar a ese protestantismo evangélico por una razón muy sencilla: ellas ven que a la vecina le ha ido mucho mejor desde que se pasó al protestantismo, su esposo dejó de ser un borracho, llega el sábado en la tarde, entrega el dinero de su sueldo en lugar de hacer san lunes; entonces otra vez no sabemos cuál es el peso del fenómeno social, si es puramente religioso, o si es que puede existir el fenómeno religioso totalmente disociado de la sociedad global, pero es claro que no hay espacio para el ateísmo.
- Hay un libro famoso de André Glucksman, La tercera muerte de Dios; habla de la realidad de Europa como el primer lugar de la historia en donde el ateísmo es mayoritario. Una excepcionalidad histórica, pues incluso en los Estados Unidos son muy religiosos. ¿Por qué pasó esto?
- Bueno, Estados Unidos sí lo es, pero también hay teólogos que dicen que el cristianismo de ellos es muy especial, incluso llegan a decir que no es un verdadero cristianismo, pero esa es otra cuestión, es otro problema. Cuando los americanos hacen su pleito con Europa por lo de Irak, creo que George Bush se refirió a “la vieja Europa”, y yo creo que esa es la clave. Hoy en día el cristianismo se está propagando como fuego en un pajar en África y en Asia, incluso mucho más rápidamente que el Islam, contra lo que se pudiera pensar; y hasta hace poco se decía que el cristianismo era demasiado europeo, como argumento de que nunca pudo entrar a China, tiene ya cuatro siglos tocando a la puerta y nomás no entra. Hoy en día hay 80 millones de cristianos en China; Corea del Sur es cristiana en su mayoría, mucho más protestante que católica, pero la catedral más grande del mundo esta en Seul. Mientras que en Europa se está apagando el incendio, y no me meto en un discurso providencialista, pero es un fenómeno muy interesante: igual dos mil años de cristianismo en Europa hacen que a los europeos ya no les interese, es una historia tan vieja, mientras que los japoneses que lo están descubriendo, lo ven de otro modo: la familia imperial manda a sus hijos a un colegio jesuita de Tokio; muchos artistas japoneses se convierten al cristianismo, protestante o católico; el gran Kurosawa, el director de cine, se convirtió al protestantismo, y muchas de sus películas tienen un elemento cristiano donde el héroe al final se sacrifica. Entonces tal vez es necesario que se apague el cristianismo en Europa, para que pueda renacer.
- Los cristianos del resto del mundo seguirán viendo a Europa como el museo en donde el cristianismo surgió y hay que verlo, como el caso de Roma.
- Sí, pero Europa es ya tierra de misión, y los mexicanos mandarán misioneros para evangelizar de nuevo a ese continente; si usted piensa en ese profesor que tuvo esa fórmula genial de “la imposible fidelidad”, ese mismo día de la defensa de mi tesis dijo: “pero piénsele usted, ese catolicismo de México es la joven iglesia de San Agustín, tiene apenas cuatro siglos, y no 20 como en Europa”. San Agustín vive entre los años 350 y 430, incluso en África del Norte, porque él era africano; si viviera hoy sería argelino; esa cristiandad tiene apenas tres siglos, si usted piensa que la conquista espiritual de México empieza en 1525 y no termina sino hasta finales del siglo XVII, realmente es una cristiandad muy joven, y creo que por eso mismo no está tan cargado de sociología y de cultura como en Europa.
- Pero las condiciones cambian, pues con la globalización y la tecnología, la historia se acelera.
- Claro, eso pasa.
Protestantismo, relativismo
- ¿No cree que eso condicione el futuro del catolicismo?
- Desde luego, la globalización en gran parte explica que la iglesia católica no tenga el monopolio del cristianismo en México; explica que haya una minoría protestante muy importante en el país. Desde Juárez hasta Cárdenas, los gobiernos revolucionarios intentaron impulsar el protestantismo para acabar con el catolicismo, y siempre fracasaron, con todo y el apoyo que les estaban dando, con las misiones gringas que llegaban con dinero, con comida, y con todo. Pero a partir de 1960 surge un nuevo protestantismo, y ni es el Estado ni son los gringos, sino que son puros mexicanos los que descubren esto y que encuentran algo; entonces empieza así a propagarse, y es un fenómeno muy interesante, y además es un reto para iglesia católica porque la obliga a despertar y a sacudirse el marasmo; tenía el monopolio, claro que tenía un Estado enemigo y perseguidor pero que nunca había podido acabarla, y que incluso hasta le servía con las persecuciones periódicas en La Reforma, con Lerdo de Tejada, con la Revolución; ah, pero de repente esta sí es una competencia seria, porque ellos hablan de los mismo que yo, y lo viven en serio; ellos dicen: “no, el cristiano no puede ser borracho, no puede golpear a su mujer, no puede nada”, y que intentan vivir realmente su fe…
- Hay grandes temas en la sociedad en donde la doctrina de la iglesia pesa críticamente, como es el caso del aborto; está más que claro que la postura de la iglesia se contrapone a estas tendencias modernas más relativistas, ¿tendrá futuro una iglesia así?
- Yo creo que ahí hay un fenómeno muy interesante; creo que el pueblo católico, sin razonamientos intelectuales entiende las cosas; por ejemplo, la iglesia condena el control de la natalidad, el uso de la píldora y demás, pero hace mucho que los católicos no le hacen caso […] pero en el caso del aborto, el pueblo católico está de acuerdo con su iglesia, porque es una cuestión de principios y a la iglesia le tocar reafirmarlos; en la práctica saber resolver el tema caso por caso, puede haber casos donde el aborto puede ser un mal menor, existe toda una teología del mal menor desde San Agustín; pero en su discurso la iglesia no puede ceder, y es la misma iglesia que condena la pena de muerte…
- ¿Renunciar a los principios es una especie de suicidio?
- De cierta manera sí, cómo si somos los defensores de la vida, los portadores de la vida, cómo voy a estar a favor de la gente que va a agredir, de los que están a favor del aborto; pero el aborto implantado como principio tiene resultados siempre desastrosos, […] mi hija, que es psicoanalista y psicoterapeuta me dice lo mismo: países que como la Unión Soviética habían implantado el aborto gratuito en los hospitales, y hasta la fecha siguen practicando el aborto, resulta que muchas mujeres abortan, no toman la píldora, y esto es terrible, psicológicamente es terrible, y abortan dos o tres veces, y después, cuando ya quieren tener hijos, son ya estériles, entonces realmente yo ahí veo un sabiduría de la iglesia; lo que sí es que debería acompañar este discurso de una práctica, que muchas veces sí lo es, pero no está el discurso caritativo […] por ejemplo, el discurso de este obispo loco creo que de Guatemala que excomulgó a una familia que autorizó el aborto de su hija de 10 años que había sido violada, y bueno, Roma le llamó la atención este obispo.
- La compasión tiene que estar antes que nada…
- Así es, hay que condenar al violador y no al padre que autorizó el aborto de su niñita, e incluso médicamente, este embarazo llevado normalmente podía haber matado a esta niña…
- ¿Entonces es válida la reflexión de que los valores religiosos, aunque la sociedad parezca que puede prescindir de ellos, termina siendo importante sostenerlos, y no creer que ir con la modernidad debe modificarlos para que terminen pareciéndose a ella?
- Así es, yo sí creo en la famosa exclamación de Dostoievsky, “si Dios no existe, todo está permitido”. Y creo que hay muchos ateos que dicen: “Dios no existe, pero hay que hacer como que existe, porque sino, todo está permitido”.
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