martes, 21 de abril de 2009

Aludes, riesgo para poblados en ribera de Chapala

La ribera norponiente del lago, la de suelos más inestables. 21 eventos naturales severos y 48 víctimas mortales se presentaron en la zona en los últimos 60 años, lo que obliga a políticas de urbanización restringidas y respecto estricto a las condiciones de las cuencas, advierte estudio de la UdeG encargado por la Sedeur desde hace una década. Abajo, escena del deslave de octubre de 2007 en la zona


Jocotepec, Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO. Edición del martes 2009-04-14

La ribera norponiente del lago de Chapala, entre Mezcala y El Chante, tiene un problema natural que condiciona fuertemente su desarrollo urbano: los eventos de deslizamientos de materiales desde los cerros contiguos, lo cual obliga a “reforzar y generar políticas urbanas a partir de los fenómenos peligrosos que ahí ocurren”, señala un estudio del Departamento de Geografía de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
El trabajo fue realizado por una solicitud de la Secretaría de Desarrollo Urbano (Sedeur), hace menos de diez años, debido al alud que se precipitó sobre las inmediaciones de San Juan Cosalá, en Jocotepec, en el verano de 1997, que dejó cuantiosos daños materiales y población damnificada, aunque sin pérdidas humanas. La idea era contar con información oportuna para una política adecuada de gestión de territorio en la zona, que es asiento de la comunidad extranjera más grande de México.
La recuperación del historial en esta franja ribereña demuestra que, al menos a partir de 1947, se han dado 21 eventos de consideración, aunque sólo dos con pérdidas humanas cuantiosas: en Mezcala, en julio de 1973, que ocasionó 23 decesos, y en Chapala, en 1975, con 25 muertos.
La información forma parte del documento denominado “Caracterización de los deslizamientos rápidos y de los riesgos en la vertiente sur de la sierra Las Vigas-El Tecuán”; el responsable del proyecto fue Luis Valdivia Ornelas, al frente de once investigadores del Departamento de Geografía de la UdeG.
La zona de estudio, correspondiente a los municipios de Poncitlán, Chapala y Jocotepec, es precisamente en la que ahora se da una fuerte presión inmobiliaria debido en buena medida a la persistencia de los altos niveles de agua en el lago de Chapala y a la existencia de un mercado pujante de compradores nacionales y extranjeros (Público, 23 de marzo y 13 de abril de 2009).
“Los escenarios más probables a mediano plazo están vinculados con una mayor incidencia del fenómeno peligroso y con una mayor probabilidad de generar eventos cuya magnitud de evacuación sea superior a los registrados en 1946 [sic] y al de 1997 en San Juan Cosalá”, advierte.
¿Por qué ocurren los aludes? “Todos los registros que se tienen de deslizamientos a partir de 1947 se relacionan con periodos húmedos. Se ha identificado a las lluvias, en su comportamiento temporal, como el principal factor que dispara los deslizamientos en la zona […]”. De los eventos históricos, diez fueron acompañados por tormentas de 50 a 100 milímetros (muy intensas, según la clasificación oficial), cinco alcanzaron al menos los 50 mm, y otros cinco rebasaron 100 mm, añade el texto.
Pero no sólo es la lluvia: hay condiciones topográficas accidentadas y tipos de suelo frágiles. También hay acusados factores humanos: “en general, se puede afirmar que la cubierta vegetal de la zona de estudio se encuentra en un grado avanzado de deterioro por actividades agrícolas, el pastoreo extensivo, los incendios, las plagas y enfermedades forestales”. Llama la atención sobre la extracción de camote del cerro, la cual suele ser altamente destructiva y nunca regenerada.
Este estudio generó una clasificación del área por su peligrosidad. Las zonas de mayor riesgo se ubican en torno al poblado de Ajijic, y la franja que va de San Juan Cosalá a El Chante. “La vulnerabilidad de estas zonas se encuentra relacionada con la densidad poblacional, uso de suelo y calidad de la vivienda”.
A este análisis hace alusión el titular de la Sedeur, Sergio Carmona, cuando pidió al Ayuntamiento de Jocotepec, el 11 de diciembre pasado, que “por las características naturales” de la zona, no autorizar desarrollos inmobiliarios de alta densidad en el área cercana a El Chante, recomendando “que las zonas habitacionales se limiten a ser de densidades bajas y mínimas”. Sin embargo, aduciendo que la petición llegó fuera de tiempo, el Cabildo dio luz verde a nuevos fraccionamientos con densidades de hasta H3 (la segunda más alta que prevé el Reglamento de Zonificación de Jalisco, con hasta 42 viviendas por hectárea).Guadalajara/Agustín del Castillo
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RECUADRO
La restauración, idea sin fortuna

El 11 de marzo de 1999, la delegación Jalisco de la entonces Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), propuso que el presidente de la república decretara la cuenca directa del lago de Chapala como “zona de restauración ecológica”. Pero a diez años, la idea no prosperó, auque ya se cuenta con un nombramiento como sitio Ramsar, como humedal prioritario internacional, y se ha integrado al embalse a la red mundial de Lagos Vivos (Living Lakes).
La propuesta de decreto presidencial, implicaba una fuerte regulación sobre las actividades humanas en el área, imponer modalidades a la propiedad (en términos de uso) y control estricto en las zonas esenciales para el mantenimiento de los servicios ambientales del lago. La medida buscaba atraer recursos públicos y privados a través de un fideicomiso, así como la elaboración de programas sectoriales de manejo.
La otra ruta, la concertación, fue la que finalmente se impuso, pero ha mostrado en estos diez años sus limitaciones. No obstante, los ayuntamientos locales comienzan a emigrar hacia el establecimiento de ordenamientos ecológicos territoriales que permitan contener y regular el auge del desarrollo inmobiliario, como lo reconoció a este diario el director de desarrollo urbano de Jocotepec, Ernesto Romero Ramos.
La propuesta del decreto de restauración tuvo larga vida en las páginas de los diarios, pero escasa fortuna. La Fundación Cuenca Lerma Santiago Lago Chapala Pacífico la hizo suya, pero para aplicarse en todo el vasto territorio de la cuenca alimentadora de Chapala. El entonces senador Raymundo Gómez Flores promovió el decreto durante la gestión presidencial de Vicente Fox Quesada, pero la aprobación de la cámara alta se topó con la resistencia de la Secretaría de Economía y de la propia Semarnat, que la dejaron sin efectos. No obstante, el gobierno foxista generó un plan maestro para manejar la gran cuenca Lerma-Chapala, de 54 mil kilómetros cuadrados, que nunca ha sido publicado como decreto, aunque ha regido algunas acciones de las dependencias federales.
Hoy, el Fideicomiso para el Desarrollo de la Región Centro Occidente (Fiderco) retoma el planteamiento y tiene entre sus proyectos prioritarios elaborar el plan de manejo de la gran cuenca. Y el hecho de que el gobierno mexicano haya promovido, a iniciativa de diversas ONG y del gobierno de Jalisco, la designación de sitio Ramsar para el lago, lo compromete a generar un plan de manejo y gestión de su cuenca directa, de unos diez mil kilómetros cuadrados. En la zona existió durante unos ocho años la comisión de cuenca propia del lago de Chapala, que fue descabezada por el gobierno de Jalisco en 2005, al considerarla inoperante.
Aquél 11 de marzo de 1999, Fabián González González, delegado de la Semarnap, dijo ante un grupo de ambientalistas, en el marco de un taller, que el decreto de restauración sería en su momento publicado en el Diario Oficial, con metas específicas en tiempo y espacio para restablecer el equilibrio ecológico. “Es un tratamiento de choque, pero creemos que es el camino; ojalá este taller lo impulse para que trascienda el sexenio, y se sume el gobierno del estado a sus tareas”, agregó. La delegación había elaborado un diagnóstico para el manejo de la cuenca (Público, 10 de octubre de 1998).
Hoy queda como un esfuerzo más que no se concretó y como parte de la agenda pendiente para proteger al mayor lago de México y su cuenca.

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