domingo, 28 de mayo de 2017

La construcción de un mito



La tradición mexicana del Guadalajara lo convierte en máximo ícono de la Liga en una historia de oro que comenzó el Campeonísimo

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

La propaganda del rival de las Chivas en Guadalajara, el Atlas, dice: “si te lo explico no lo entenderías”, aludiendo al racionalmente incomprensible apoyo pasional de la Fiel (la afición rojinegra) a un equipo que sólo fue campeón en 1951. Pero la realidad es que el fenómeno de Chivas es aún más incomprensible y singular, pues de todos los equipos dominantes históricamente en las ligas más prominentes del mundo, es el único conjunto que ha tenido logros notables jugando solamente con nacionales.

Discutir si México forma parte o no de las ligas más importantes del planeta demandaría otro debate. Pero baste decir que en toda América, la inversión en jugadores y la infraestructura propia lo pone por encima de Estados Unidos y Argentina, y a la par de Brasil.

No se puede soslayar el fenómeno del nacionalismo como parte de la historia de un país que hizo una revolución social hace poco más de un siglo –el equipo de futbol se fundó en el ocaso del porfiriato, en 1906-, en que la recuperación de aspectos identitarios fue respuesta a la globalización porfirista y un modo de asumir beligerancia simbólica frente al temido enemigo de norte, Estados Unidos. Sumergido todo el siglo XIX en invasiones y guerras civiles, la creación de símbolos fue una tarea esencial que se impusieron los regímenes presidencialistas, aun obviando viejos conflictos históricos, como el sostenido con la iglesia católica incluso en fechas tan recientes como los años del cardenismo (1934-1940).

Esto explica un cine mexicano cuya época de oro es de gran calidad histriónica y argumental, pero complaciente al fabricar ficciones mexicanistas y reelaborar mitos fundamentales como el guadalupanismo. Es el cine el que apunta a Guadalajara y a su provincia como enclave de valores por los que el país quiere ser reconocido: lugar de charros y rancheros bravos e incorruptibles; de mujeres hermosas, castas y fuertes; de un pueblo celoso de sus costumbres, respetuoso de la autoridad civil y profundamente religioso. La ciudad alcanza su cúspide alrededor del año 1964, cuando nace el tapatío un millón. Ostenta al primer cardenal mexicano, el arzobispo José Garibi Rivera, un desarrollo material sin precedentes, una clase política de miras amplias y varios de esos iconos que han emergido en la modernidad, una vez que la guerra ha perdido prestigio ante los ojos civilizados, como sublimación del hombre violento y atávico popularizado por Freud: los deportistas. Es la época de oro de pugilistas, de las danzantes, de los atletas… y de las Chivas del Guadalajara.

En 1964, el Rebaño Sagrado (cliché genial creado a posteriori por el gran locutor Ángel Fernández) ya ha roto todas las marcas de la historia del futbol nacional: vive en apogeo la leyenda del Campeonísimo, un equipo que ha sido repetidamente ganador de ligas: 1957, 1959, 1960, 1961, 1962, que levantará el verano de ese año su sexta liga y una más en 1965. Si no fuera porque el Oro detuvo la marcha de trofeos (subcampeonato de 1963), esta generación habría acumulado siete ligas consecutivas, pero se ha quedado en cuatro, una marca no superada, ni por asomo, en toda la historia del futbol profesional mexicano.

La generación ganadora que encabezaban el querido Salvador Chava Reyes, el incomparable Héctor Hernández (para muchos, el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos, con perdón de Hugo Sánchez y Rafael Márquez) y el extraordinario defensa que “secó a Garrincha”, José Jamaicón Villegas, así como el emblemático portero Jaime Tubo Gómez, han sido el fundamento de la grandeza de las Chivas. Es reproche normal de aficionados de otros equipos la mala cosecha después del título de 1965: apenas cuatro ligas y cuatro subcampeonatos, como si la creciente extranjerización del futbol mexicano le pegara las posibilidades del equipo de los mexicanos y los llevara a competir en desigualdad.

Pero Chivas se ha aferrado a su tradición, que le garantiza una popularidad permanente. Debe montar equipos caros, porque el producto nacional de calidad es costoso y al ser su única posibilidad, el vendedor aprovecha. Pero los réditos comerciales son también muy importantes, lo que compensa la sobrecarga. Con la posibilidad de levantar hoy su campeonato de liga número 12, habrá que ver si eso da para recuperar un mito que se hace viejo, y los mexicanos encabezados por la mística del ex crack del River Plate, Matías Almeyda, pueden dar pie a una segunda época de oro. Con puros mexicanos. Definitivamente, si se los explicara a los de afuera, no entenderían este aferramiento a las raíces, cuando la ética de hoy es “ganar, como sea”.

LAS LIGAS DE CHIVAS

1956-1957

1958-1959

1959-1960

1960-1961

1961-1962

1963-1964

1964-1965

1969-1970

1986-1987

Verano 1997
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Apertura 2006

MC

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