Comunidad indígena dividida entre la resistencia ancestral y la modernización, busca mantener la tutela sobre su isla
Agustín del Castillo / Mezcala, ribera del lago de Chapala. MILENIO JALISCO. Fotografías de Abraham Pérez
La épica del sitio de los indígenas cocas de Mezcala, en la ribera de Chapala, no tiene la celebridad del mítico asedio de diez años a Troya o del histórico y cervantino cerco a la ibérica Numancia, pero hace 200 años, algunos centenares de aborígenes pasaron en sus embarcaciones a la isla conocida hoy como El Presidio o la Indómita (el apelativo no es casualidad) y desafiaron, exitosamente, por cuatro años a la corona española.
Es parte de la larga gesta de independencia nacional, pero no es tan conocido porque se dio en la periferia de la lucha armada, cuando la insurrección de Hidalgo ya había sido apagada y la de Morelos sobrevivía endémica y aislada en el centro sur del país.
Los habitantes de esta comunidad indígena del municipio de Poncitlán, saben que la ínsula es parte de sus viejos derechos virreinales, por lo que explotarán directamente los beneficios de la reconstrucción que hacen el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el gobierno de Jalisco.
“La obra normalmente es un proceso que lleva mucho tiempo por el trayecto de agua, en que hay que meter materiales pesados; hay que entrar cuando se preste el viento o no estén altas las marejadas y es lo que hace demorar, pero de todas manera ahí se va avanzando; cada piedra que se está levantando o que se esta poniendo lleva un costo muy caro, pero es cosa de paciencia y de no pararle”, dice el delegado municipal, Miguel Santana.
Con trabajos inconclusos, se llegó así al segundo centenario. La rendición por hambre de los sitiados ocurrió cuatro años después, el 25 de noviembre de 1816, pero la paz les dio ventajas y se les respetaron sus derechos comunales. En 1817 comenzó la edificación del presidio, que es el inmueble mejor conservado, para su clausura formal como prisión en 1855.
Las labores de restauración han arrojado evidencias más antiguas. Según el INAH, se localizaron entre la superficie construida de 24 hectáreas, bordes engargolados y navajas prismáticas que podrían ser de los años 200 después de Cristo al 1350 de la misma era.
También se encontraron cerámicas del periodo clásico prehispánico dentro de la llamada “tradición de Teuchitlán”.
El bicentenario ya llegó. A partir del 20 de noviembre, se han realizado diversas exposiciones y festivales en las escuelas de la localidad, que hace apenas un decenio se encontraba semi aislada, ligada al exterior por brechas accidentadas y apertrechada en la desconfianza a la invasión inmobiliaria que quería cambiar las cosas desde Chapala. Hoy tiene una carretera pavimentada y recibe turistas de manera creciente. Mañana domingo, será el desfile culminante, que festeja la paz, aunque con cuatro años de antelación al segundo siglo (1816-2012).
“Las gentes queremos entradas de dinero; anteriormente era una isla abandonada, a la que no se le miraba ningún progreso, y a partir de ahí ya contamos con dos cooperativas de lancheros, y cada una cuenta con 20 lanchas, y son 40 personas que ya se están beneficiando; hay en la isla restaurantes los fines de semanas […] no todos están de acuerdo, pero necesitamos esto”, añade el delegado municipal.
José Guadalupe Sanabria, integrante de la comunidad coca, trabaja como guía de turistas y maneja con habilidad el español y el inglés, pues Mezcala está muy cerca de la zona con mayor presencia estadunidense, canadiense y europea de México: la ribera poniente del lago.
“Ha venido mucha gente de diferentes países como vienen siendo Estados Unidos, Rusia, Canadá, Francia y otros paises diferentes y hace poco me toco atender a 92 personas de diferentes países […] nos deja únicamente para el sustento de la familia, pero esperemos en un futuro que crezca mas el turismo, y lógicamente que nos deje más ganancias”, afirma convencido.
José tiene la información de que la isla es patrimonio coca y no serán despojados. Hay enconos internos por el modo en que se ha procesado el tema de los festejos y de la restauración (ver recuadro), pero confía que se trate de un tema pasajero.
En lontananza, el espejo bruñido del lago se agita al paso de las lanchas que van y vienen del islote resucitado, mientras el fondo del paisaje es dominado por las montañas amuralladas habitadas por primera vez por sus ancestros, un par de milenios atrás.
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Comuneros, “ninguneados”
La Secretaría de Cultura de Jalisco comenzó las festividades por la celebración de los 200 años del sitio de la isla de Mezcala, pero comuneros denunciaron que “las autoridades estatales y municipales vuelven a dejar a un lado a las autoridades agrarias de la comunidad indígena de Mezcala, modifican nuestras fiestas tradicionales y omiten la información sobre la caseta de cobro que intentan poner en la isla”.
Por ello, anunciaron la entrega de una carta al gobernador del estado, Emilio González Márquez, en la que expresan su inconformidad por “su intromisión a los festejos que realizan jóvenes, niños, etcétera de nuestra comunidad a los insurgentes de Mezcala”.
“Exigimos respeten ustedes estos documentos, y no intenten ni privatizar, ni poner alguna caseta de cobro, para acceder a conocer y disfrutar de este sitio (la isla de Mezcala). Si su intención es celebrar, pues declaren públicamente y por escrito que no se privatizará la isla de Mezcala y que respetarán los dictámenes que da el propio Estado Mexicano”, alude la misiva.
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