lunes, 26 de junio de 2017

Jaguar, un santuario a la medida humana




La abundancia de felinos es medida de éxito y de superar el mayor reto: que los ganaderos asimilen la necesidad de coexistencia

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

Las calumnias más usuales en contra de los grandes depredadores tienen dos vertientes: la primera, apela a lo más primitivo, su peligrosidad, una de las primeras experiencias en la humanidad, cuyo relato mítico es un recuento de cómo las bandadas de homos pasaron de víctimas a erigirse en el súperdepredador, el único de escala planetaria.

La segunda, que la fiera daña bienes del hombre, sean animales herbívoros silvestres que los rancheros o los deportistas también pretenden, como alimentos o trofeos, o sean los hatos ganaderos, que han sido la avanzada de la conquista del Homo sapiens de las grandes tierras salvajes del planeta.

En la Sierra de Manantlán, parece que tras décadas de controversia, se comienza a alcanzar cierto acuerdo tácito a favor de sus felinos. Por un lado, la imagen del cazador asesino no resiste un estudio serio: no obstante las leyendas del folclor local, no está documentado un solo ataque de jaguar o puma contra el hombre. Por el otro, los reales ataques al ganado ya tienen un instrumento eficaz de compensación dentro de los diversos instrumentos del “seguro ganadero” que la Secretaría de Agricultura y Ganadería federal habilitó por primera vez hace siete años (ver MILENIO JALISCO, 4 de julio de 2010).

“Este año llevamos nueve casos de depredación con ganaderos diferentes, de los cuales dos han sido de jaguar, y los otros han sido de puma; la cosa curiosa es que en los eventos de depredación, los siete, los tuvimos la semana que acabamos de apagar el incendio (ver edición del 23 de junio de 2017), entonces es claro que los animales empezaron a bajar de la zona del siniestro y hubo depredación”, explica el director de la reserva de la biosfera, Fernando Gavito Pérez.

“Estos nueve eventos son el mismo número de casos que tuvimos en todo 2016; ahí todos los eventos fueron cubiertos por el seguro ganadero, excepto uno, porque se documentó que el animal ya estaba enfermo y el jaguar aprovechó para atacarlo, así que se logró determinar la enfermedad, y por eso no avanzó en ese caso lo del seguro; de ahí en los demás casos aplicó, y en cuanto a los casos de este año, todos están en proceso, suelen tardarse un poquito en pagar, pero hemos tenido un excelente trabajo de coordinación con el fondo”, añade en entrevista con este diario.

Esto significa que han dado de alta a dos personas “como ajustadores” (para usar el término usual de las empresas aseguradoras en caso de siniestros), para que “puedan ir a campo y determinar si se trató de un puma o se trató de un jaguar; estas dos personas trabajan dentro del área protegida, son personal nuestro, y en general hay tres en el occidente de México”, añade.

Estos agentes “se encargan también de desarrollar el acercamiento con los productores, desde técnicas de manejo ganadero que disminuyan el riesgo, hasta la sensibilización hacia los grandes depredadores; hemos tenido muy buena respuesta en ejidos como Barranca de la Naranjera, Cuzalapa, Piedra Pesada, El Rodeo, que son sitios donde se ha llevado a cabo el mayor número de depredaciones en los últimos años”.

Se ha logrado establecer una base de datos, y cruzarla, respecto a las zonas de mayor presencia ganadera y a la que revela, a través de las fototrampas, dónde hay mayor presencia de los felinos, en aras de establecer una estrategia que permita proteger el patrimonio de los campesinos y al mismo tiempo, proteger las especies. El jaguar, el ocelote y el tigrillo, los tres felinos moteados de México, están bajo estatus de “en peligro de extinción” en la norma oficial mexicana 059. El jaguarundi está bajo amenaza. El puma y el lince tienen menos presión por su gran distribución, pero su importancia como “ingenieros” de los ecosistemas los lleva a ser protegidos.

¿Cuánto se le paga por pieza a un ganadero afectado? “Los costos que está pagando el fondo son 4,500 pesos por un becerro de seis meses a un año de edad; menores a seis meses se pagan dos mil pesos, y ya mayores de año y medio el seguro paga doce mil pesos”, puntualiza Gabito Pérez.

Así se construye, lentamente, en la mayor reserva del occidente mexicano, un futuro que abona a la coexistencia de humanidad y bestias. Un sucedáneo del edén perdido de los mitos fundacionales del Homo sapiens.

MC


No hay comentarios: