martes, 14 de junio de 2016

Cambio de trazo “privatiza” 9 km de carretera costera



La Semarnat autoriza desvío de la carretera 200 en las inmediaciones de la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala, la zona de turismo más exclusivo del Pacífico de Jalisco.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), sacó adelante en octubre pasado una difícil negociación con instancias ambientales como el Instituto de Ecología de la UNAM, la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), para garantizar la ampliación y modernización del tramo sur de la carretera federal 200, entre Melaque y Tomatlán (87 kilómetros), construida en el gobierno de Luis Echeverría, en busca de impactos acumulativos mínimos al entorno natural.

El compromiso central fue no modificar el trazo ante el grave perjuicio que suele acarrear una carretera nueva sobre todo en el área más rica y frágil biológicamente: las selvas secas de Chamela-Cuixmala, decretadas reserva de la biosfera en 1993 y que forman parte de la red El Hombre y la biosfera de la Unesco desde 2006, como “reserva mundial”.

Sin embargo, el resolutivo firmado por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat, con fecha 14 de octubre de 2015 (oficio SGPA/DGIRA/DG/07126) con anuencia de todas las partes, nunca refiere que desde el 28 de mayo del mismo año, la propia dependencia ya había autorizado un cambio de trazo justo en esa zona de alta fragilidad (oficio SGPA/DGIRA/DG/03903), la cual coincide con los terrenos inmobiliarios más costosos del Pacífico jalisciense: los codiciados acantilados, caletas y esteros entre el sur de la bahía de Chamela y el norte del río Cuitzmala, donde se ubican desarrollos inmobiliarios consolidados o en proyecto como Costa Careyes, Careyitos, Rancho don Andrés y Zafiro, frecuentados por el jet set internacional.

La DGIRA se contradice, según la lectura de ambos resolutivos. En el primero, correspondiente al tramo de 87.1 km, señala que desplazar el trazo “plantea varios inconvenientes, no solamente de índole económica sino además ambiental, pues el proceso de clausurar la carretera existente, levantar el pavimento y transportar los residuos puede generar impactos adversos de considerable magnitud, lo cual tendría que añadirse al proceso de realizar el desmonte, despalme, excavaciones y nivelaciones, además de la construcción del terraplén y tendido de bases que implicaría el nuevo trazo. Debido a que el despalme, las excavaciones y nivelaciones pueden generar material no consolidado que podría ser transportado a los esteros, lo cual provocaría riesgo de depositación y afectación en la calidad del agua. Por lo anterior esa alternativa se desechó”.

Por ello, “se proyecta realizar la ampliación sobre el lado opuesto a los esteros […] la operación de la carretera durante 40 años no ha afectado de manera perceptible la composición ni desarrollo de la vegetación de manglar ni la hidrodinámica del sistema, por lo que se considera que la ampliación es compatible con la conservación”.

En esta decisión influyeron de forma decisiva la UNAM y la reserva de la biosfera, quienes incluyeron el tema del monitoreo biológico, antes, durante y después de la obra; la inclusión de la administración de la reserva como “testigo social”, y uno fundamental: “garantizar el trazo propuesto y que no surja modificación sobre la marcha…” (ver página 87 del resolutivo).

Lo que no sabían, aparentemente, estos actores, es que el cambio de trazo ya se había dado, pues nunca fueron notificados de que estaba abierta otra manifestación de impacto ambiental: SGPA/DGIRA/DG/03903, de casi cinco meses antes.

En ese documento se atiende lo relativo al tramo 61.374 a 70.93 km de la misma carretera. Sin sonrojo, el texto señala en la página 13: “se identificó la necesidad de considerar este desvío del trazo actual en un segmento de 9.206 kilómetros con la intensión [sic] de poder minimizar todos aquellos impactos acumulativos que eventualmente puedan presentarse en la ampliación de la carretera federal 200 y alterar así las condiciones ambientales de la región que de por sí ya presentan una fuerte presión que ha provocado la alteración ecológica (…) es importante señalar que el primer benefactor (sic) de este proyecto será el medio ambiente debido a que los desarrolladores inmobiliarios que se beneficiarán indirectamente por la construcción de este tramo (…) se sumarán a los esfuerzos de desarrollar e implementar programas de rehabilitación que reviva los humedales y su función ambiental en la zona”.

También lo justifica porque asegura que la distancia al polígono protegido es de 980 metros, sin entrar a analizar la posibilidad de impactos que trae una carretera nueva adyacente a una reserva de la biosfera.

¿En qué sentido es el beneficio “indirecto” de los desarrolladores inmobiliarios? El tramo de la vieja carretera no será destruido ni removido, quedará para comunicar los predios existentes. Si se agrega que se trata del tramo más espectacular de la carretera –el automovilista tiene avistamientos de bahías, esteros, montañas y el mar-, la posibilidad de negocio sobre predios de la parte alta, con esta vista, se multiplicarán.



Los intereses

La región Careyes-Chamela es la zona más exclusiva del litoral jalisciense, con presencia de inversionistas extranjeros desde hace más de medio siglo, entre ellos, el español Luis de Rivera; el italiano Giorgio Brignone y el inglés James Goldsmith

Goldsmith, un acaudalado petrolero y extractor mineral, adquirió 10 mil hectáreas y las sumó a poco más de tres mil ha que posee la UNAM, para crear la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala, uno de los sitios mejor conservados de selva baja y humedales en América Latina

El interés de la conservación ha estado desde antes del decreto de 1993 presente en la zona; los turisteros tratan de abrir desarrollos y los conservacionistas de impedirlo, ante la fragilidad ambiental

El último capítulo es la ampliación de la carretera federal 200, la cual, si se desvía en la parte norte del polígono, traerá considerables presiones a la selva. El proyecto está aprobado pero no se ha ejecutado

Fuente: Archivo MILENIO JALISCO

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