sábado, 29 de noviembre de 2014

“Debe ser difícil la vida con un genio”




Jacques Lafaye, autor de Quetzalcóatl y Guadalupe, se asoma a la obra del poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, en el centenario de su natalicio

 Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO.  

Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Miguel Ángel Asturias. Recuerdos personales sobre estos emblemáticos escritores del centro y el norte de la América Latina se agolpan en la memoria de un hombre que ha hecho del arte de recordar y de interpretar el pasado el oficio de su vida: Jacques Lafaye, historiador francés de altos vuelos, afincado en Jalisco por la personalísima, terrenal y recurrente causa de muchos migrantes: seguir a su mujer.

Creador de una nómina amplia de obras sobre la historia mexicana y latinoamericana, el pasado colonial y la Europa que coexistió con el periodo imperial español: Renacimiento, Reforma Protestante, primera globalización occidental. Tiene un título que es hito para la historiografía mexicana: Quetzalcóatl y Guadalupe, con prefacio de Octavio Paz, premio Nobel de literatura de 1990. Pero con las letras tiene una nota más especial de orgullo: haber “nominado” al premio de la academia sueca al guatemalteco Asturias, una de las cumbres iniciales del boom latinoamericano, el llamado “realismo mágico”.

Y es como hombre cercano a las letras y los letrados del subcontinente, que entra en conversación con MILENIO JALISCO, en su modesto gabinete del Colegio de Jalisco, institución a la que se ha integrado desde que es tapatío por adopción.

Fue en estos salones de la vieja casona de Zapopan donde concibió su personal homenaje al poeta de Mixcoac: Octavio Paz a la deriva de la modernidad, una colección de ensayos publicada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) este año de centenarios emblemáticos y desiguales para la historia política cultural de la modernidad: la muerte del Greco (1614), la rebelión de Cataluña (1714), la derrota napoleónica en Leipzig (1814) y la Primera Guerra Mundial (1914). Además de Paz, nacen en 1914 el argentino Julio Cortázar y el mexicano José Revueltas, los fantasmas invitados de una fiesta que abre hoy: la Feria Internacional del Libro.

REBELDE, PARISINO, VISIONARIO…

Los ensayos sobre Paz abordan siete facetas: “parisino, peregrino, solitario, visionario, rebelde, la persona y la mirada”. Lafaye explica: “creo que la parte más útil de este libro es haber intentado explicar a Paz, el pensamiento de Paz, a través de sus lecturas; he leído a los mismos autores que él, casi al mismo tiempo, y se ve el proceso de asimilación de sus lecturas y de la síntesis original, porque toda obra original es resultado de encuentros y de lecturas, y a Paz le gustaba encontrarse con autores, y discutir”.

- ¿Le gustaba la polémica? - No, le gustaba la discusión […] era muy apasionado, tenía adeptos y tenía rechazos, y tuve la fortuna de que se exaltó por mi libro, Quetzalcóalt y Guadalupe, e hizo el prefacio, pero tuvo más entusiasmo por pintores que por escritores, y en otros casos tuvo rechazos brutales, y expresaba su rechazo de forma mordaz […] puedo recordar la polémica con Flores Olea por un coloquio, o el malentendido con Carlos Fuentes, la disputa con Monsiváis o con Hugo Gutiérrez Vega; para quienes lo recuerdan en su ultima etapa, fue como un Papa de las letras mexicanas, pero fue un disidente la mayor parte de su vida […] el poder era monolítico, y hasta opresivo, y fue un intelectual no alineado en toda su vida, creo que parte de su intransigencia se debe a que cuando se distanció del Partido Comunista y de Neruda, en su juventud, lo ningunearon, y ahora lo ensalzan, y como dijo con toda justicia su viuda Mari Jo, el del centenario es un homenaje, pero sobre todo es un desagravio.

- ¿No le parece que fue mal leído, y con oportunismo ideológico, sobre todo con la Guerra Fría? - Así es, primero lo rechazan por rojo, por ser más rojo que los comunistas, y posteriormente lo hacen aparecer como derechista, porque no estaba alineado con la izquierda mayoritaria; su mayor éxito fue ser una mente independiente, hermética a toda influencia o a modas intelectuales o estéticas, y él ha escrito páginas maravillosas sobre el negocio del arte, no solo de la política, y creo que nadie puede cuestionar su superioridad, su inteligencia y su pluma incomparable; no sólo pensaba con una agudeza deslumbrante, sino que sabía expresarlo con una perfección, que Baudelaire hubiera calificado de diamantina…

- Pero estaba el humano con sus explosiones de carácter…

- Así es, nadie es perfecto, y el que ocupa una posición tan preeminente, despierta mucha envidia de la gente que no está a su nivel, pero que tiene la ilusión de estarlo […] la envidia es universal, y nadie escapa a eso, y ahora que ya no está en vida, y que ganó un Nobel, se convierte en un monumento nacional, un fenómeno nada sorprendente, que no le pone ni le quita nada.

- Morir es la otra forma de domesticar.

- Sí, ya no compiten con nadie, y es fácil honrarlos […] es un fenómeno político, la explotación de los próceres artísticos o intelectuales, porque así se celebra a Orozco o a Paz, y los mexicanos se sienten más mexicanos.

- Sin embargo, la FIL no le da un homenaje equiparable a Cortázar.

- Es que hubo la riña de Paz con Fuentes, y ha sido más amigo Fuentes de Guadalajara, por la creación de la cátedra Cortázar […] yo fui de los primeros invitados, pero Fuentes no era sectario y no veía ningún inconveniente en que yo escribiera sobre Paz: traté amistosamente a los dos, pero más a Carlos, porque el trato con Carlos era mucho más fácil.

- ¿Quizás cosas de la edad?

- Puede ser, teníamos casi la misma, solo un año de diferencia […] a Paz lo conocí en los años cincuenta en París, me invitaba a sus coloquios y presentaciones en televisión, había consideración intelectual, pero no una amistad tan personal; con Carlos había más, incluso invitó a mis hijos a su casa, cuando estaban en Dartmouth y ambos estábamos en Princeton; había dos Carlos, el embajador siempre trajeado, y otro Carlos con blue jeans y camisa abierta, de familiaridad, y yo nunca tuve esto con Paz.

- ¿Entonces era común que Paz pusiera barreras?

- Yo no diría barreras, pero era tan agudo en cada instante que parecía una cierta fulguración que no dejaba espacio para esa familiaridad, una vez que estuvimos en su departamento de Reforma, llegados de París mi esposa y yo, Mari Jo nos quería invitar a comer, y Paz había decidido salir a Puerto Vallarta y no quería esperar dos horas más; me cuenta Mari Jo que después de haber regresado en barco tras la renuncia a la embajada en la India, estaban en una tempestad y todos los pasajeros se vomitaban por los rincones, y Paz estaba escribiendo un poema, y no se daba cuenta de lo que pasaba en su entorno […] tenía una lucidez extraordinaria y una gran capacidad de concentración intelectual, que no sufría de ningún estorbo por el medio ambiente, la gente, los elementos. Yo creo que debe ser difícil vivir con un genio.

DISCORDIAS Y AMISTAD

Lafaye defiende a Fuentes tras su rompimiento con Paz. “Carlos ha escrito cosas muy encomiables sobre la obra de Paz, o sea, no era imbécil ni fanático, y este malentendido por culpa de un tercero no hizo que cambiara de opinión; el poeta no quería realmente que Krauze publicara ese artículo [“La comedia mexicana de Carlos Fuentes”], pero Krauze le dijo, me censura, y como Paz había luchado toda su vida contra la censura, dijo, lo publicamos…”.

- El dolor de Fuentes es porque lo publicó Paz, y no tanto por lo que decía dicho artículo…

- Sí, creo que además se ha inflado este episodio, yo he leído artículos sobre la literatura mexicana donde no se hablaba nada más que de la disputa entre Paz y Fuentes, no de sus obras, no de otras obras […] hay una complementariedad entre ambos, han tenido una obra anticonformista, de protesta y crítica social, de análisis, no digo que de mexicanidad porque me parece una palabra muy mítica…

- Pero somos un país de mitos.

- Sí, pero esas obras han permitido superar toda la mitología revolucionaria […] hombres que viajaron mucho, que conocieron otras culturas.

- Y de ambiciones desmesuradas: Piedra de Sol o Terra Nostra…

- Ah sí, hay una ambición totalitaria para hacer una obra de mármol y lo lograron, cada uno en su estilo; a uno le dieron el premio Nobel, pero a otro no, como a Borges, el tribunal es una cosa muy compleja […] yo los conocía porque me mandaban cuestionarios para que recomendara candidatos de las letras latinoamericanas, y así lo hice con Miguel Ángel Asturias y prosperó, porque se lo dieron, y yo lo invité una semana antes a inaugurar mi curso en la Universidad de Estrasburgo […] nadie en Estrasburgo sabía quién era Asturias, o sea que el fetichismo del Nobel es un fenómeno internacional, además de que están en juego fenómenos editoriales y la política, como cuando recibió el premio Pasternak, una ofensa a la Unión Soviética, y para compensar, al año siguiente se lo dan a Neruda.

DE MIXCOAC A COMALA

- Otro contraste interesante, Paz y Rulfo.

- Rulfo es un excepcional, era un superdotado, pero a la vez un súper deprimido, tomaba mucho con Arreola; Arreola me lo ha contado, no sé si sea cierto, pero dice que ha salvado el manuscrito de Pedro Páramo, porque Rulfo era un escritor deprimido, que primero escribía, y después desgarraba y tiraba todo… Arreola dijo que lo iba a tirar, y que le dijo, no, mira, mañana lo llevas al editor.

- Arreola es entonces el Pound de Rulfo-Elliot.

- Según cuenta la leyenda, porque Arreola era incomparable, tenía un encanto único, pero la credibilidad de lo que contaba no sé que hasta qué punto pudiera ser. Concluye: “si Paz no hubiera tenido ese resorte interior, esa energía extraordinaria y esa ambición, pudo acabar como Rulfo, porque Rulfo ha escrito casi nada, era un hombre muy depresivo, perdió a su padre en la guerra civil, drama parecido al de Paz con su padre, pero Paz tenía fuerza, y ha remontado todo este drama de la infancia”. Así, la obra de Octavio Paz ha sido un milagro.

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