lunes, 18 de junio de 2012

Corrupción permite invadir zonas de recarga


Urbanizar áreas de captación de acuíferos de Guadalajara mientras se propugna por hacer presas para traer el líquido, es una contradicción que consienten autoridades locales: CNA

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

La zona conurbada de Guadalajara tiene sed y según los datos que difunde la Comisión Estatal del Agua (CEA), ya presenta un déficit cercano a tres mil litros por segundo en sus necesidades de abasto. Bajo esa premisa se justifica el proyecto de la presa El Zapotillo, que inundará pueblos de Los Altos para traer agua a la urbe, pero de forma contradictoria, se urbanizan las zonas de recarga del acuífero metropolitano cuando debería ser la “reserva estratégica”, reconoce el director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), José Luis Luege Tamargo.

“Pero esta contradicción compete a órdenes de gobierno distintos, [...], es algo en lo que la Conagua ha insistido. Reconocemos que hace falta una discusión en instancias de leyes federales, porque un municipio o un cabildo da la orden de cambio de uso de suelo, violentando ordenamientos ecológicos fundamentales; por ejemplo, me parece un absurdo que cuando ya teníamos el predio para la planta de tratamiento de El Ahogado y habíamos arrancado la construcción, inmediatamente apareció un fraccionamiento en la zona; eso es una irresponsabilidad y un acto de corrupción local, por los que deben responder los municipios, en el tema de visión ambiental nosotros nos ajustamos a lo que son los ordenamientos de carácter local, en materia ambiental”, dijo en entrevista, en su reciente visita a esta ciudad.

Es una historia que se repite en todos los rincones de la ciudad. El organismo federal tiene claro dónde están los sitios de mayor permeabilidad, pero los municipios no los respetan, mientras que en otros países son protegidos porque las aguas subterráneas son consideradas reservas estratégicas para el desarrollo (PÚBLICO-MILENIO, 24 de enero de 2011 y MILENIO JALISCO, 26 de noviembre de 2011).

La zona de alta recarga de esta ciudad se ubica hacia el poniente, una gran herradura de territorios en torno al bosque La Primavera, lo que incluye El Bajío del Arenal y el gran valle de Tesistán. En ambas demarcaciones, desde hace más de dos décadas se detonaron los fraccionamientos, sin que alguna autoridad haya considerado la importancia que tiene la inyección de agua al subsuelo y los inconvenientes que generan estas urbanizaciones, destaca Luege Tamargo.

La presa El Zapotillo permitiría descansar las extracciones del acuífero, que presenta abatimientos de hasta 300 metros en algunos puntos, pero es importante alcanzar la congruencia en las políticas públicas y que los ayuntamientos cumplan con su deber en la materia.

—Los otros países que tienen sus áreas de recarga como zonas protegidas…

—Sí, totalmente, en los ordenamientos ecológicos se establecen las áreas de recarga y, por ejemplo, el bosque es intocable, o las áreas de permeabilidad, que son también intocables; pero el que no se respeten no es un fenómeno sólo de Guadalajara, es un problema nacional, lamentablemente; una mala visión de la política del desarrollo de vivienda, horizontal: nuestras ciudades crecen horizontalmente, y le voy a dar un dato que es claro, correspondiente a la ciudad de Toluca, que tomando en cuenta de 1980 a 2010, en 30 años la ciudad creció tres veces en población, pero la mancha urbana creció en 24 veces [...] Estamos haciendo un desarrollo urbano absurdo, y este es otro problema que hay que atender. Hay una solución a futuro, y ¿cuál es ésta? El uso eficiente del agua, y ahí México no tiene otro camino que la tecnificación al máximo posible, y el uso racional a nivel industrial, agrícola y público-urbano, porque la demanda crece, pero la disponibilidad del recurso disminuye, y por esa razón la política establecida en el Plan Nacional de Desarrollo en materia de agua es eso, uso eficiente del agua y la máxima tecnificación.

Por su parte, el subdirector general técnico de la Conagua, Felipe Arreguín Cortés, considera que la legislación es adecuada, pero coincide en la falta de rigor de las autoridades municipales frente a los intereses de los fraccionadores.

“Ahorita tenemos esa legislación, que por algunas cosas no se ha estado aplicando. Hay un programa de la Semarnat [Secretaría de Medio Ambiente] en el que se están rescatando las áreas de protección de diversos decretos presidenciales de 1949, 1948, para abastecer los distritos de riego, ese es el elemento que tenemos ahorita…”.

—Pero en las ciudades la especulación es muy fuerte.

—Sí, desafortunadamente ahí caemos otra vez, en la cancha de las autoridades locales.

—¿Cree que podría hacerse más en las leyes?

—Creo que hay que empezar por aplicar lo que tenemos, que de veras, créame, es lo que hoy estamos haciendo, ese rescate, pero desgraciadamente no incluye las áreas urbanas y allí es importante que los ciudadanos exijan a los municipios cumplir con su obligación.

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El problema

► Las aguas subterráneas están en vías de deterioro y franca reducción en la zona conurbada de Guadalajara, debido al desordenado avance urbano, que desde 1970 ha reducido en 60% el área de recarga natural en su principal acuífero, Atemajac; la mayor parte de ese daño se ha dado en la zona de alta infiltración, al poniente y sur citadinos.

► El acuífero Atemajac-Tesistán, asiento original de Guadalajara, registra los mayores problemas: la ciudad invadía allí en 1972 poco más de 152 km2, y dejaba disponibles 613.5 km2 para la infiltración natural, pero en 2000 el viraje había sido dramático: 389 km2 de invasión urbana y 377.2 km2 de espacio natural. Hoy, la urbanización ocupa 450 km2 y deja un área natural de infiltración de 317 km2 (40% del total original).

► Del total invadido, al menos 300 km2 son espacios de alta infiltración, ubicados básicamente en Zapopan. Las aguas subterráneas de la ciudad aportan poco más de 30% de la dotación que el SIAPA entrega a los habitantes citadinos

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