jueves, 12 de marzo de 2015

El Área Metropolitana, la sociedad de la desconfianza



La encuesta de percepción de Jalisco Cómo Vamos revela desde la profunda apatía cívica de los tapatíos, su temor, su precariedad económica y la escasa aprobación a sus gobernantes.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

En el área metropolitana de Guadalajara se dan los supuestos fundamentales para tomar la ruta al fracaso como sociedad civilizada: los ciudadanos ven en el gobierno al principal enemigo, no creen en las instituciones públicas –les suelen temer a policías y jueces- y no ejercen las llamadas virtudes cívicas, es decir, el respeto a derechos de terceros, la tolerancia a la diferencia y sobre todo, la participación activa en los asuntos de la ciudad (polis), que es la base de lo que los clásicos llaman “política”.

Así, en la encuesta de percepción ciudadana de Jalisco Cómo Vamos, levantada en octubre y noviembre de 2014, el tapatío aparece como un individualista atrapado en sus asuntos, con tendencia creciente a la infelicidad como fruto de sus problemas económicos, de su uso desequilibrado del tiempo, de su falta de espacios de recreo y del temor a ser atacado por la delincuencia; es además un crítico de gobiernos que no reflejan en su agenda sus prioridades cotidianas y que están cubiertos con la niebla de la opacidad y la sospecha de un uso arbitrario de los recursos públicos.

Los resultados más destacables: los moradores de la metrópoli califica en 71 su calidad de vida (contra 73 de la encuesta anterior); 50 por ciento de los tapatíos de clase media y baja no se consideran felices, sobre todo por su precaria economía; solamente 33 por ciento se sienten satisfechos en algún grado por el trabajo del gobierno; 41 por ciento aprueban al gobernador Aristóteles Sandoval, y el presidente municipal mejor percibido por sus gobernados es el de Tonalá, con 44 por ciento de aprobaciones, es decir, ambos lejos siquiera de la mitad. 57 por ciento de los encuestados desconfían de los jueces y 32 por ciento desaprueban a los diputados.

“La gente no percibió mejora en el transporte público, y el nivel económico también, la gente está pasando dificultades económicas en el empleo, también lo dijeron, la seguridad, con todo y que tenemos un registro de que bajó la incidencia de delitos, la percepción no bajó en la misma proporción”, dijo el presidente del organismo, Augusto Chacón Benavides.

Poca proclividad a la innovación, poco sentido de solidaridad, conservadurismo económico y cultural; agazapados en su vida privada ante la insensibilidad de sus gobernantes. Y no se trata de descalificar “y decir que están equivocados”, advierte Chacón Benavides; en su sentido práctico dicen la verdad que viven, aparte de que la clase dirigente exhibe pruebas cotidianas de su irresponsabilidad –la última, los consejeros electorales más caros de México-. Y en democracia, los gobiernos sin legitimidad no pueden durar.

“A los tapatíos les interesa muy poco la política; en una escala de 1 a 10 en el área metropolitana, a 33 por ciento no le interesa casi nada y sólo a 19 por ciento bastante. La gran mayoría no participa en organizaciones de ningún tipo: por ejemplo, 87 por ciento no ha participado en un sindicato, 85 por ciento no ha participado en juntas vecinales, 85 por ciento nunca ha participado en juntas de padres de familia [...] la acción política que están más dispuestos a hacer es el voto, en 70 por ciento de los encuestados [...] no participan en la resolución de problemas de su comunidad porque, dicen, la gente no se pone de acuerdo y porque a cada quien lo que más le interesa son sus propios problemas”, agregó.

Merece más detalles uno de los posibles motivos de la infelicidad de los moradores de la ciudad: tener que empeñar de 10 a 15 por ciento de sus días en transportarse (2.3 horas en promedio, pero los habitantes de El Salto ocupan 3.3 horas en hacerlo), pero también consideran que sus banquetas se encuentran en estado terrible, 36 por ciento dice que en sus colonias no hay infraestructura para discapacitados y la mitad cree que no hay respeto para ciclistas y peatones en la ciudad.

En seguridad, más de la mitad de la población siente algún grado de amenaza por la inseguridad; 11 por ciento afirmó haber sufrido al menos un delito y 4 por ciento lo padeció más de una vez; a ninguno de los denunciantes se les hizo justicia por parte de la autoridad responsable. 16 por ciento de las víctimas estarían dispuestas a hacerse justicia por su mano.

La calidad física de los planteles es aprobada, pero en la historia de las encuestas de Jalisco Cómo Vamos, la calidad de la educación tuvo su calificación más baja: 5 de un tope de 7.

La clave del fracaso son instituciones débiles, desacreditadas, precarias y en manos del caudillo de la hora. “El desarrollo fue y será un combate. Combate interno en cada uno de nosotros, para sustituir la resignación por la energía, la rutina por la invención. Combate en el seno de la sociedad, para que en sus instituciones y actores  -a todos los niveles- triunfen las fuerzas de la confianza sobre las de la desconfianza” (Alain Peyrefitte, La sociedad de la confianza).



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CLAVES

- Los moradores de la metrópoli se asignaron un 74 como calificación de su calidad de vida en la encuesta de 2011 de Jalisco Cómo vamos; en 2012, bajó a 71; subió a 76 para 2013, y en 2014 cayó a 73. Pese al deterioro, el calificativo dominante para Guadalajara es “bonita”.

- Casi la mitad de los encuestados dijo que el mayor bien que puede contribuir a mejorar su comunidad es el respeto. La mitad han visto a sus vecinos tirar basura en la calle. “Son prudentemente desconfiados hacia los demás, vecinos, transeúntes y colegas que no pertenecen a su familia”.


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